Skip to main content

En este mensaje el Provincial P. José Domingo Cuesta, S.J., recuerda al Superior General Adolfo Nicolás, S.J., a través de cinco caminos relacionados con la profundidad.

 

En 2008, la Congregación General 35 escogió como Superior General al séptimo general español, Adolfo Nicolás, quien, como el P. Pedro Arrupe, había pasado la mayor parte de su vida adulta en Japón. Esta Congregación afirmó que la Compañía de Jesús durante casi quinientos años ha portado una llama, en medio de innumerables circunstancias sociales y culturales, que la han desafiado intensamente a mantenerla viva y ardiendo. Hoy las cosas no son diferentes. En un mundo que abruma a la gente con una multiplicidad de sensaciones, ideas e imágenes, la Compañía busca mantener viva la llama de su inspiración original, de manera que ofrezca luz y calor a nuestros contemporáneos. Y lo hace transmitiendo un relato que ha soportado la prueba del tiempo, a pesar de las imperfecciones de sus miembros y de todo el cuerpo, gracias a la continua bondad de Dios, que nunca ha permitido que el fuego se extinga (d. 2: “Un fuego que enciende otros fuegos”).

Imagen: Cortesía Jesuit Conference of Asia Pacific

Lo conocí en el 2019 cuando visitó la Provincia y aprovechó para inaugurar la nueva sede del Colegio Javier de Panamá. Fue un hombre que no escribió muchas cosas, sin embargo, nos exhortó a cinco caminos relacionados con la profundidad y el mirar lejos con visión de conjunto:

  1. Escuchar la música que brota de la vida de los demás desde la sencillez del servicio, siempre con el deseo de ayudar a los más necesitados.
  2. Vivir según el Espíritu de Dios que llena, inspira y alienta, siendo creativos: las soluciones del pasado ya no sirven para los problemas de ahora. Las situaciones contemporáneas exigen creatividad. La globalización no la podemos parar, pero sí podemos humanizarla, y eso exige creatividad.
  3. La indiferencia ignaciana, comprendiéndola desde la frase que recoge lo propio de Ignacio de Loyola: trabaja como si todo dependiera de ti, sabiendo que todo depende de Dios. Hacer las cosas lo mejor que podamos, pero recordando que somos servidores, así que hay que dejar que las cosas fructifiquen por sí mismas, dejar a Dios hacer su trabajo.
  4. Seguir la intuición del P. Pedro Arrupe: el contacto directo con la gente, la inserción y el trabajo por la justicia nos puede enseñar mucho y hacer mejores personas. Lo que más admira de San Ignacio es su profundidad. Ignacio fue muy hondo en la espiritualidad, en ayudar a las personas y reconocer lo que brota de Dios en todos ellos.
  5. Ser como la jirafa que, teniendo un corazón grande y un cuello largo, puede mirar lejos y ver bien el conjunto; en nuestro caso, no circunscribirnos al pequeño “mundito” de nuestros intereses, actividades y países. Alargar la mirada y ver más allá de lo evidente.

Para el P. Adolfo Nicolás, la historia y la realidad son más fuertes que las ideas. La historia nos fuerza a cambiar, a abrirnos, a evolucionar. Por ello, a lo largo de su misión como General, acentuó algunas prioridades que convenía concentrarse: redescubrimiento de la dimensión universal de la misión de la Compañía, la renovación de la calidad de la vida espiritual, la formación, la ecología, el apostolado intelectual, la mejora de la vida comunitaria en torno al tríptico “identidad – misión–comunidad”. Su estilo de gobierno se caracterizó por su sencillez y razonabilidad, su sentido práctico, su radicalidad ignaciana sin rebajas ni compromisos, su atenta mirada y escucha de la realidad –los “signos de los tiempos”– y su arte para despertar la cooperación activa de los jesuitas, proponiendo y sugiriendo, más que solo imponiendo.

P. José Domingo junto con Adolfo Nicolás. Foto: Cortesía 

Como nos recordó, “quizá existen otras naciones, otras comunidades no geográficas, sino humanas que reclaman nuestra asistencia: los pobres, los marginalizados, los excluidos… porque en la sociedad sólo tienen cabida los grandes, no los pequeños. Todos los desventajados, los manipulados, todos estos, son quizá para nosotros estas naciones: las naciones que tienen necesidad del profeta, del mensaje de Dios” (2008).

Hoy, la Compañía y la Provincia están en un proceso de reestructuración para definir mejor la misión. El P. Nicolás nos recuerda que, por el bien de la misión, los procesos de reconfiguración de las Provincias deben seguir adelante. Pide que discernamos juntos si hay unidades que deban combinarse, dividirse o realinearse de alguna otra manera para brindar un servicio más eficiente (2019).

 

P. José Domingo Cuesta, S.J.

Provincial.