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En este texto, P. José María Tojeira, S.J., nos invita a profundizar en la figura del Papa León XIV, religioso agustino de hondo sentido pastoral. Reflexiona, también, sobre los desafíos que encuentra al asumir su Pontificado y la importancia de la confianza en Dios y el diálogo con el mundo en su misión.

 

Cada día salen nuevas noticias y nuevos datos sobre el Papa León. Las fuentes son muy diversas. Algunos cardenales amigos del Papa Francisco se expresan sobre él con confianza y alegría. Los peruanos que lo conocieron como sacerdote y obispo en Chiclayo están felices. Los frailes agustinos se alegran recordando sus visitas tanto de Provincial como en calidad de General de la Orden. Uno de sus hermanos biológicos ha hablado con sencillez y simpatía sobre él. Es moderado, dijo, pero libre, valiente y no se calla ante las injusticias. En sus primeros discursos se echa de ver claramente que tiene un hondo sentido pastoral, una preocupación clara por impulsar relaciones de paz y solidaridad en el mundo y una gran claridad sobre la situación de cómo la política de los países poderosos y las guerras crean graves problemas a la fraternidad y la convivencia humana.

Su experiencia como obispo y su paso como cardenal prefecto de la Congregación de Obispos le ayudará sin duda en el trabajo de reforma eclesial. Nombrado a los 69 años, dispone de la energía y los años para emprender trabajos y reflexiones que sigan marcando la vida de la Iglesia a largo plazo. Es hombre del Concilio Vaticano II y sabe que el Concilio encierra dinamismos y posibilidades todavía no adecuadamente aprovechadas. La sinodalidad de Francisco no es sino una manera de impulsar el dinamismo del Concilio que nos recuerda a todos que somos Pueblo de Dios y que como miembros de un mismo pueblo, debemos caminar juntos dialogando con el mundo y trabajando en la construcción del Reino de Dios hasta que el Señor, al fin de los tiempos, lo lleve su plenitud. Un camino conjunto, “con un solo corazón y una sola alma puestos en Dios”, como dice la regla de San Agustín, en el que todos avanzamos superando las diferencias marcadas por la cultura, por el género o por las estructuras sociales, como ya sugería San Pablo en Gal 3, 28.

Otro dato interesante pero poco hablado es que el Papa León es religioso agustino. En otras palabras, seguidor de Jesús desde la profundidad del pensamiento de un santo, San Agustín, que vivió a caballo del siglo cuarto y quinto, e iluminó y continúa iluminando a la Iglesia en la búsqueda insaciable del encuentro con Dios. Un hombre siempre en búsqueda que hablando de Dios decía “busquemos como buscan los que aún no han encontrado y encontremos como encuentran los que aún han de buscar”. Si Agustín tuvo que luchar con la prepotencia elitista de quienes se sentían por encima de la gracia de Dios y de las personas sencillas (la herejía pelagiana), al nuevo Papa le tocará enfrentar también a quienes dividen al mundo en superiores e inferiores y piensan que las armas, la riqueza o la fama puede sustituir en la historia al amor de Dios manifestado en Jesucristo. La confianza en Dios y la capacidad de dialogar con el mundo y con la historia que brotan del pensamiento de San Agustín darán sin duda un plus de enriquecimiento a la la Iglesia a través de León XIV.