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¡Cómo duele esta América!

 

Comenzamos el segundo mes del año entre el dolor y la esperanza; como en un parto lento que quisiéramos acelerar para que reviente la luz y la vida se haga libre. El dolor de más de tres millones y medio de venezolanos que hemos visto deambulando por las carreteras y calles de nuestros países y ciudades, con sus pies reventados, sus ‘corotos’ al hombro, sus rostros demacrados no sólo por el cansancio sino por la desesperanza, es el que nos atraviesa el alma. Y detrás de cada uno de ellos hay historias de familias numerosas, de padres, madres, ancianos, niños dejados atrás y que viven con miedo, con hambre, sin salud ni medicinas, sin trabajo, sin futuro en su propio país.

A nuestros compañeros y compañeras en Venezuela les enviamos, desde aquí, nuestro mejor y más fraterno saludo. Tienen toda nuestra solidaridad; les enviamos lo mejor de nuestra energía y les ofrecemos la ayuda que necesiten. Rezamos todos los días para que Dios les de la sabiduría y la fuerza para resistir al odio, para ser testigos de la reconciliación y de la justicia entre hermanos.

Pero rezamos y estamos permanentemente atentos, también

  • a lo que pasa en Nicaragua, donde todos los ideales de una revolución que se alcanzó con mucha sangre y sufrimiento fueron traicionados por un dictador que resultó ser peor que aquel a quien él ayudó a destronar, y donde nuestros hermanos jesuitas resisten con valentía y entereza sin par;
  • y también a lo que ocurre en Honduras donde, donde después de un año de fraude electoral el poder ejecutivo, vinculado con intereses económicos obscuros e ilegales, mantiene su política de terror y cinismo, ignorando el grito y la denuncia profética de miles de hombres y mujeres pobres que se organizan en caravanas para huir, porque no encuentran en su tierra ni un presente para ellos, ni un futuro para sus hijos. Allí también los compañeros y compañeras de Radio Progreso y el ERIC, del Colegio San José y las parroquias en Yoro se mantienen firmes al lado del pueblo, buscando -con muchos otros – alianzas que conduzcan a la democratización del país.
  • Y estamos atentos a lo que ocurre en Guatemala donde la corrupción campea – como en tantos otros países de nuestra América Latina – hasta el punto en que el gobierno de turno viéndose amenazado por la Comisión Internacional de Investigación y Lucha contra la Impunidad (CICIG), decidió dar por cerrado unilateralmente el acuerdo celebrado con la ONU para su instauración y vigencia.

Autoritarismo, fraude, corrupción, todos son males que aquejan a nuestros países y de los cuales no se salva ninguno en América latina y El Caribe. Esto es evidente al observar el macro nivel gubernamental; pero se trata de actitudes y maneras de proceder que tienen sus raíces extendidas en todas las instituciones de nuestra sociedad y a todo nivel, sin excluir nuestra pecadora y santa Iglesia católica, de la cual los jesuitas somos ‘arte y parte’, y que sólo empiezan a cambiar por una decisión personal y comunitaria radical (hay que arrancarlas, a veces con dolor). Sino es así, ¿cómo podemos hablar de Dios y dar una “buena noticia a los pobres, anunciar la liberación de los cautivos, devolver la vista a los ciegos y anunciar un año de gracia del Señor”? ¿Hacemos la diferencia a nuestro alrededor? Es la pregunta que nos deja el mes de enero.

Abrazo fraterno para todos y todas.  

ROBERTO JARAMILLO BERNAL, S.J., Presidente de la CPAL

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