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Nacido el 7 de Noviembre de 1927 en Neguri, Bilbao, en el seno de una familia profundamente cristiana, a sus cinco años se fue con la familia a vivir a Inglaterra, y a los ocho ingresó junto con sus hermanos (cuatro varones y cuatro mujeres) en el colegio de St. Edmund, cerca de Londres, donde permaneció hasta el final de la guerra civil española, cuando la familia regresó a vivir en Santurce, siempre cerca de Bilbao. Hizo el bachillerato en el colegio de los Maristas en Vitoria, y más tarde se fue a Madrid para estudiar Matemáticas e Ingeniería. 

Interrumpió sus estudios al oír la llamada del Señor para ingresar al Noviciado de Orduña el 6 de octubre de 1951, siguiendo los pasos de su hermano Adolfo, que lo había hecho tres años antes y ya estaba en la misión de China. Julio pidió también ser enviado a misiones y fue destinado a Centroamérica. Llegó a Santa Tecla, El Salvador, para terminar el Noviciado en 1952 pasando posteriormente al Juniorado (1953-55) y Filosofía (55-57) en Cotocollao, Quito, Ecuador. En esos años destacó no sólo por sus estudios sino también como estrella del equipo de fútbol de los estudiantes jesuitas, difícilmente batido en el país.

Al decidir los superiores que debería continuar por la senda iniciada de las ciencias exactas, fue enviado (1958-61) a Fusz , St. Louis, Missouri, donde además de terminar la Filosofía hizo un Máster en Ingeniería Eléctrica, coincidiendo entonces con su hermano Adolfo que también había sido destinado a seguir sus estudios de Ingeniería. Hizo la Teología en Lovaina, Bélgica (1961-65), donde su familia asistió a su ordenación sacerdotal el 6 de agosto de 1964. En los años siguientes (1965-70) estudió Ingeniería Electrónica en la Universidad de Heindhoven, Holanda, sacando el Doctorado con una brillante tesis sobre “Ondas Cuadradas de Frecuencia Ultra-baja”.

Su primer destino fue la Facultad de Ingeniería de la Universidad Centroamericana de Managua, Nicaragua, en la que permaneció desde entonces, atendiendo a las necesidades espirituales y científicas de los estudiantes, trabajando ya como profesor de ingeniería eléctrica y electrónica, de energía solar, o de calidad ambiental, y siempre sirviendo como fiel capellán de las Hermanas Teresianas. Solamente se ausentó para hacer la Tercera Probación en Filipinas (1979), cuando misionó entre los pigmeos llamados Negritos, y el tiempo sabático (1995) en el que ejerció de capellán de inmigrantes en Sidney, Australia.

Pero además de la enseñanza, tras una preparación especial en Norköping, Suecia, Julio se dedicó con verdadera pasión a la investigación de la Energía Solar, dirigiendo las actividades de la Estación Actinométrica “Vadstena”, establecida originalmente por el Real Departamento de Meteorología de Suecia. Esta paciente labor la hizo con el continuo monitoreo de la radiación solar a través de los últimos treinta años en los que la estación ha funcionado sin cesar día y noche, y cuyos resultados son indispensables para establecer proyectos de energía solar en cualquier punto de Nicaragua. 

Entre sus numerosas publicaciones docentes y científicas destacan los famosos 30 mapas que contienen todo lo referente a la radiación solar en Nicaragua, junto con las ecuaciones matemáticas que relacionan distintas variables de la radiación solar en forma más precisa que lo propuesto por cualquier otro autor. Y su última publicación (en 2010), culmen de las anteriores, es el libro que orgullosamente nos mostraba: “Registros, análisis y correlaciones climático-solar tropicales 1983-2008”, donde recoge los 25 años de su minuciosa dedicación al tema.

En esta labor permaneció hasta los días más recientes, cuando un cáncer agresivo terminó rápidamente con su vida, descansando definitivamente en la paz del Señor en la noche del lunes 11 de junio de 2012, en la enfermería de la Comunidad del Colegio Centroamérica, Managua, a los 84 años de edad, 60 de Compañía y 47 de sacerdocio.

Julio encarnó para muchos la imagen del jesuita científico al servicio pleno de los demás. Y esto, junto con su espíritu jovial y entusiasta, donde juntaba en extraña mezcla tradición y vanguardismo, espíritu crítico y buen humor, le granjeó el cariño y la estima de todos. 

Ciertamente agradecemos a Dios por su vida. Descanse en paz. 

 

Jesús Sariego S.J.

Provincial