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Jack Warner, jesuita estadounidense apasionado por las artes escénicas, fundó el Teatro La Fragua, en Honduras, en 1979. Su figura continúa siendo pieza clave en el trabajo de acercamiento de los lenguajes artísticos, como el caso del teatro, a los pueblos desde la sencillez y el compromiso. 

 

«Vas a ir allá y nunca vas a regresar». Esa fue la frase que Jack Warner, jesuita estadounidense fundador del teatro La Fragua, en Honduras, escuchó de boca de un amigo cuando expresó por primera vez su deseo de visitar América Latina. Así lo confesó en 1998 en una entrevista con El Tiempo.  «Eso es imposible», cuenta que fue su respuesta en aquel momento. Y luego agrega: «Pero eso fue lo que pasó, básicamente».

El Progreso, Honduras, fue el último destino en el que se estableció al sur de su país natal. No fue, sin embargo, el primero que conoció. Jack Warner, nacido en Virginia, Estados Unidos, en 1944, conoció el territorio latinoamericano en 1974. Ese año, luego de haberse ordenado como sacerdote jesuita, llegó a Bolivia para aprender español. Ahí trabajaría en una casa de asistencia a niños y en una emisora radial, ambas obras de la Compañía de Jesús en el país sudamericano. Y aunque disfrutó este trabajo, Jack Warner, cuenta, tenía planificado que luego de ordenarse sacerdote se dedicaría al estudio formal del teatro.

Y así lo hizo. Se devolvió a su país, específicamente a Chicago, para sacar el título de Master de Bellas Artes en Goodman School of Drama en 1975. Cuatro años después regresaría a América Latina: en 1979 llegó a El Progeso, Honduras. Lo hizo, recuerda, el mismo día en el que el Papa Juan Pablo II visitaba México. Su recibimiento en Honduras no fue, sin embargo, similar en lo absoluto al de Juan Pablo II en México: «Al comienzo los primeros meses no sabía qué hacer y nadie entendía qué era lo que quería. La mayoría de la gente creía que estaba hablando de montar un cine», relata Jack. Y no fue hasta que un amigo le pidió apoyo para trabajar con un grupo de jóvenes en Olanchito que comenzó, de verdad, todo.

«Aunque ya tenía la idea del teatro, lo que yo estaba buscando era dónde hacerlo. Vi aquí en Honduras una red de parroquias de los jesuitas en los departamentos de Yoro y Colón, y cómo podría formar una buena base del público para el proyecto’, relató Jack Warner en una ocasión a Efe. La Fragua se fundó el 19 de julio de 1979 con el estreno de «Dos juegos X», trilogía compuesta por «Las dos caras del patroncito » del dramaturgo chicano Luis Valdez, «Juegos peligrosos» del salvadoreño José María Méndez, y «El asesinato de X» de Creación Colectiva de Argentina, mención honorífica Premio Casa de las Américas. Esta primera presentación de Teatro La  Fragua se realizó en una humilde casa de barro. Su primer proyecto en Olanchito, sin embargo, no duró mucho: el paso de un huracán dejó incomunicada a la zona, por lo que no hubo posibilidad de trabajar en la gira que ya tenía programada con el pequeño grupo de jóvenes con el que al momento estaba trabajando. Fue entonces cuando decidió que se trasladaría a El Progreso.

El local del Teatro La Fragua en El Progreso es una construcción de madera que perteneció a la Tela Railroad Company, subsidiaria de la multinacional bananera estadounidense United Brands. 1980 se fue, de acuerdo con Jack Warner, en reparar y acondicionar el local que anteriormente fue un salón de baile conocido como «El club juvenil». En 1981, el local estaba listo para seguir ahí hasta hoy, 44 años después. En 42 años de vida en Honduras, que fue su segunda patria, Jack Warner montó cerca de 100 obras de teatro entre las que destacan ‘El asesinato de Jesús’, la ‘Navidad nuestra’, basada en los evangelios; ‘Réquiem por el padre De las casas’, sobre fray Bartolomé de las Casas; ‘Alta es la noche’, que trata sobre la vida del prócer hondureño Francisco Morazán, y ‘Romero de las Américas’, una visión de toda la historia de Centroamérica.

Y aunque esta historia empezó con un «nunca vas a regresar», el 31 de enero del 2021 Jack Warner se despedía de tierras hondureñas. Se llevaba, además de sus pertenencias que cabían en dos austeras maletas, la primera palabra que aprendió del español: amor. Regresaba al país que lo vio nacer luego de 42 años en tierra tropical. En 1979, Jack Warner, a través de La Fragua, sembró una semilla en un pequeño pueblo hondureño. Hoy, en 2025, el teatro hondureño, centroamericano y latinoamericano sigue cosechando los frutos de las enseñanzas y entrega de Jack Warner. Hoy, en 2025, su figura continúa siendo pieza clave en el trabajo de acercamiento de los lenguajes artísticos, como el caso del teatro, a los pueblos desde la sencillez y el compromiso. Jack Warner concluyó en 2021 su misión en Centroamérica, una misión que, en palabras del propio Jack inspirado por santo Tomás de Aquino, fue ‘una búsqueda constante de una manera de hallar la forma artística’.

*Esta semblanza se realizó a partir de las lecturas de entrevistas y notas sobre la vida de Jack Warner. Estas aparecen citadas a lo largo del texto a través de los enlaces. Le invitamos, también, a leer esta entrevista de 1998 con p. Jack Warner disponible en los archivos del teatro La Fragua: Entrevista con Jack Warner, director del teatro La Fragua

*El autor de la fotografía de cabecera es Mike Harter, S.J. Aparece en el artículo El Teatro La Fragua en Honduras: las múltiples caras del teatro político