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Evangelio del día, Juan 10, 1-10

“En verdad les digo: el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por algún otro lado, ése es un ladrón y un salteador. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El cuidador le abre y las ovejas escuchan su voz; llama por su nombre a cada una de sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas sus ovejas, empieza a caminar delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. A otro no lo seguirían, sino que huirían de él, porque no conocen la voz de los extraños.

Jesús usó esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir; tomó de nuevo la palabra: En verdad les digo que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido eran ladrones y malhechores, y las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la Puerta, el que entre por Mí estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará alimento. El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir, mientras que Yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud”.

Palabra del Señor.

Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.

Yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud

La presencia de Jesús en nuestras vidas nos llena de confianza, de esperanza, de seguridad, de certeza para recorrer cada sendero en búsqueda de la plenitud que Dios nos ha prometido. Todo lo contario al bienestar que el Señor nos ofrece proviene del mal espíritu, que es quien se encarga de apartarnos de la plenitud que Jesús nos ofrece, pues para eso ha venido, para que tengamos una vida plena, en armonía, en paz, en sintonía con el Proyecto de su Reino.

Si yo me vivo con un corazón cargado de dudas, de desánimos, de desalientos, de sinsabores, quiere decir que he dejado entrar al mal espíritu en mi interior, pues no es lo que Jesús me ofrece para vivir una vida plena. Por tanto, debo estar muy atento para reconocer cuando el enemigo ha invadido mi corazón, porque de lo contrario hará su morada dentro de mí, y ya no me daré cuenta de ello, pues se habrá vuelto una costumbre el malestar que experimento.

¿Cómo ha sido mi experiencia de vivir una vida en plenitud?, ¿suelo estar atento para darme cuenta de las veces que el mal espíritu invade mi corazón?