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Evangelio del día, Lucas 11, 14-23

“Jesús estaba expulsando un demonio, se trataba de un hombre mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar y la gente quedó admirada. Pero algunos de ellos dijeron: Este echa a los demonios con el poder de Belzebú, jefe de los demonios. Y otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal que viniera del cielo.

Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: Una nación dividida corre a la ruina, y los partidos opuestos caen uno tras otro. Si Satanás también está dividido, ¿podrá mantenerse su reino? ¿Cómo se les ocurre decir que yo echo los demonios invocando a Belzebú? Si yo echo los demonios con la ayuda de Belzebú, los amigos de ustedes, ¿con ayuda de quién los echan? Ellos apreciarán lo que ustedes acaban de decir.

En cambio, si echo los demonios con el dedo de Dios, comprendan que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre bien armado, guarda su casa, todas sus cosas están seguras; pero si llega uno más fuerte y lo vence, le quitará las armas en que confiaba y distribuirá todo lo que tenía. El que no está conmigo, está contra Mí; y el que no recoge conmigo, lo tira todo”.

Palabra del Señor.

Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.

Si echo los demonios con el dedo de Dios, comprendan que el reino de Dios ha llegado a ustedes

Jesús, el hijo de Dios, no puede hacer nada sino en Nombre de Quien lo ha enviado como su mensajero del Reino; es por eso que dice con certeza que los demonios los expulsa con el dedo de Dios, o sea en su Nombre. Cuando Jesús expulsa de nosotros nuestros propios demonios: miedo, duda, infidelidad, odio, rencor, inseguridad, ira, exclusión, insolidaridad, desprecio y muchos más, lo está haciendo como el Enviado del Padre para salvarnos de lo que nos atormenta.

Lo más sano para mi vida espiritual y psicológica, es que yo ponga nombre a cada uno de los demonios interiores que atormentan mi vida, esos mismos que muchas veces me resisto a reconocer, pero que me doy cuenta de que existen dentro de mí, por los efectos nocivos que experimento en mis relaciones con los demás, y que muchas veces no sé de dónde provienen, pues dichos demonios se me presentan de manera sutil, bajo apariencia de bien, para que no los descubra.

¿Cuáles son los demonios que creo que deambulan en mi interior y que no me atrevo a ponerles nombre?, ¿Hacia dónde creo que conducen mi vida los demonios que deambulan en mi interior?