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Jorge Sarsaneda del Cid

En 1972 empecé a escuchar cómo hablaban los “guaimí” (así les decían). En 1973 decidí que mi vida debía estar enlazada, de alguna manera, con ellos. Poco a poco me fui dando cuenta que no eran guaimí sino ngäbe (así se llamaban a sí mismos); que no hablaban un dialecto, sino un idioma (con gramática y todos los enredos que esta trae); que no eran peleoneros, borrachos e incultos (como los pintaban) sino personas con alto sentido de la familia, trabajadores, gente sufrida, gente marginada, gente inteligente.

En 1975 participé en una investigación sobre las tierras ngäbe en Chiriquí y caí en cuenta del inveterado racismo de muchos panameños. En 1977 comenzamos nuestro caminar de muchos años por la que luego se llamó Comarca Ngäbe-Bugle. Por trabajo, por respeto, por cariño, fui descubriendo la riqueza de un lenguaje que, todavía hoy, no termino de aprender, conocer, descubrir y me sigue enriqueciendo.

He tenido y tengo muy buenos amigos-hermanos ngäbe que me han ayudado a aprender lo que sé del ngäbere (idioma ngäbengäbe-re=como ngäbe) y siempre estoy descubriendo cuestiones llenas de sentido, de gran valor, que nos pueden enseñar mucho. En español, al que mantiene una relación marital se le dice esposo/a, que se puede interpretar como “el que está amarrado” (esposado). En ngäbere, hay varias formas de expresar esa realidad. Por ejemplo, nomugo merire o nomugo brare (compañera mujer o compañero hombre), es más positivo que ‘amarrado’. También hay otra forma -menos elegante, pero más expresiva-: kwärä (= mitad); o sea, ¡el hombre es la mitad de la mujer y ésta es la mitad del hombre! Más intimidad, imposible.

La palabra amor -tan importante y a la vez tan devaluada en español- se traduce en ngäbere como tare. Pero resulta que para decir dolor también se traduce como tare (dogwä tare tie = me duele la cabeza; mä tare tigwe = te amo). Y tienen razón: el amor puede doler… y el dolor puede ser por amor.

Mucho tiempo pasé preguntando cómo se decía “gracias” en ngäbere y no encontraba forma alguna, más que “gracias”. Una vez, le di una naranja a una abuelita y me dijo: “Ne utduäre, Ngöbögwe mä taredi” (= Como pago, Dios te amará); miré a mi acompañante con ojos interrogativos y me dijo: ¡Te dio las gracias! ¡Ahí estaba! Gracias no es una palabra sino ¡una bendición! Y hay más: Dios te dará fuerza, tu cabeza se pondrá blanca (llegarás a viejo). ¡Ojalá pudiera seguir teniendo fuerza para profundizar en las riquezas de un idioma tan rico como el ngäbere!