Skip to main content

Jesuitas y colaboradores CAM.

Mis mejores deseos para ustedes.

San Ignacio y sus primeros compañeros hicieron los votos solemnes un 22 de abril de 1541 en la Capilla de Nuestra Señora de San Pablo Extramuros, Roma, ante la imagen de la Virgen María. Este día se le considera como el del Nacimiento de la Compañía de Jesús ya que unos meses antes, el 27 de septiembre de 1540, Paulo III había aprobado la Fórmula de la Compañía. En su recuerdo, este día se celebra la fiesta de Santa María Virgen, Madre de la Compañía de Jesús. La Virgen ha sido la guía de la Compañía en todo este tiempo, ya que lo era del propio Ignacio.

En este contexto de festividad, deseo invitarles a que nos unamos a la celebración del Jubileo Ignaciano. El 20 de mayo de 2021, la Compañía de Jesús y la familia ignaciana iniciarán la celebración de un Año Ignaciano. Ese día se conmemora el 500 aniversario de la herida de bala de cañón que sufrió San Ignacio mientras defendía Pamplona. Esto “supuso un importante fracaso para él y para la forma en que imaginaba su futuro, lleno de riquezas cortesanas y hazañas mundanas. Sin embargo, este fracaso resultó ser sólo aparente. Marcó el comienzo de un proceso de conversión, que conduciría a Ignacio a sueños más grandes, ya no centrados en sí mismo, sino en Dios. Ayudó a San Ignacio a ver todas las cosas nuevas en Cristo” (Arturo Sosa, 2020).

El tema de este año es la conversión, por eso es un tiempo de reforma y cambio personal, comunitario y apostólico. Todo empezó con una herida en la pierna de Ignacio mientras luchaba en Pamplona contra los franceses. Luego de una larga y dolorosa operación, la forzada convalecencia en su tierra natal y unas lecturas ocasionales sobre la Vida de Cristo y de los Santos, transformaron el rumbo de su vida. De pronto, en medio de una situación de debilidad, se le abren los ojos y descubre algo nuevo: ve que tiene que cambiar su vida, surgen grandes deseos y vuelve a nacer treinta años después un hombre nuevo. Comienza a sentir a Dios, a dialogar con Él y a ver nuevas todas las cosas.

La conversión genera un largo proceso de ruptura con su anterior vida: deja su familia y sale de Loyola buscando algo nuevo. Su peregrinación a Aránzazu y a Montserrat, su larga confesión en el monasterio benedictino, la noche de vigilia ante Nuestra Señora a partir de la cual deja atrás su vida de caballero mundano, su espada, el cambio de vestidos nobles por el pobre sayal del peregrino.., no son más que signos de esta separación interior que Ignacio experimenta. Indudablemente, este apartarse del mundo anterior conocido no acaba en Manresa: su peregrinación “solo y a pie” (Au 73) le llevará a Jerusalén, Barcelona, Alcalá, Salamanca, París, Venecia y finalmente a Roma. Sin embargo, la ruptura fundamental de Ignacio se experimenta en el paso de Loyola a Manresa.

Después de su conversión, se pone como meta gastar toda su vida en “ayudar a las ánimas” como respuesta a la misericordia de Dios con él, por ello se dedica a estudiar con ahínco. Lo hizo como un pobre de Cristo, ya que la primera manifestación de su conversión es dejar su estatus, vivir de limosna y echar la suerte con los marginados de su época.

Si bien la motivación de esta conmemoración es el Quinto Centenario de la Conversión de Ignacio, el Padre General subraya que el centro no debe ser solo San Ignacio: “Él es el medio a través del cual necesitamos ir a Cristo. Cristo debe estar siempre en el centro del Año Ignaciano. Si no fijáramos nuestros ojos en Él a lo largo de este año, este aniversario no tendría sentido para nosotros”. Se trata del Jesús pobre y humilde que Ignacio descubre a partir de su conversión, por eso opta por ser un humilde peregrino que vive de limosna y trabaja en los hospitales. Más adelante, cuando se une con otros y funda la Compañía de Jesús, sigue con su apostolado entre los marginados. A Laínez y Salmerón, teólogos de Trento, les dice que han de vivir en hospitales y dar catecismo a los niños. Por esto el seguimiento de Jesús supone hoy caminar junto a los pobres, los descartados del mundo, los vulnerados en su dignidad en una misión de reconciliación y justicia (PAU, 2). Es por ello que “hemos aceptado el reto de escuchar el grito de los pobres, los excluidos, aquellos cuya dignidad ha sido violada. Hemos aceptado caminar con ellos y promover juntos la transformación de las estructuras injustas que se han puesto de manifiesto tan claramente en la actual crisis mundial. Y permítanme ser claro: esta crisis no es sólo sanitaria y económica sino, sobre todo, social y política” (Arturo Sosa, la oportunidad del año ignaciano, 2020).

Estamos en una Centroamérica herida en la que la violencia, la pobreza, la corrupción y la desigualdad son una constante. La conversión significó para Ignacio caminar hacia y con los pobres para desde allí tener una experiencia profunda de Dios. Como colaboradores/as en la misión de Cristo, se nos invita a andar humildemente en esta dirección, dejándonos mover las entrañas y discerniendo el mejor modo de caminar junto a los más vulnerables de nuestros países en una invitación continúa a la conversión: ¿Qué hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué debo hacer por Cristo? Desde la Provincia hemos preparado un Plan para acompañar este Jubileo, profundizar en la vida de Ignacio, reflexionar sobre su conversión y generar espacios de discernimiento personal compartido de lo que sentimos que Dios nos pide hoy según las Preferencias Apostólicas Universales. Todos/as estamos invitados/as a sumarnos con ánimo y liberalidad en el Señor nuestro, intentando sacar el mejor provecho posible para nuestra vida personal, comunitaria y apostólica. “Yo mismo siento que debo convertirme un día y otro día al pueblo, y demostrarle mi amor eficaz en hechos y no en meras palabras, si de veras quiero ser lo que ostento: ¡Ministro – Servidor de todos!” (Rutilio Grande, 1976).

Aprovechemos esta oportunidad para que Dios siga trabajando en nosotros/as y hacer de Jesús el centro y el sentido de nuestras vidas. Que la Virgen María nos ayude a caminar a lo largo de este Jubileo.

Con mi afecto fraterno,
P. José Domingo Cuesta SJ
Provincial de la Compañía de Jesús en Centroamérica.

Leave a Reply