Cuando las mujeres se ven forzadas a migrar…
por Karina Fonseca Vindas
Cuando las mujeres deciden migrar, irse, huir, escapar… de un lado de la balanza colocan la incertidumbre, el miedo y el riesgo de perder hasta la vida en el camino. Del otro lado de la balanza no tienen probablemente nada que colocar más que dos potentes anhelos: el de sobrevivir primero, y el de ser y estar con dignidad después.
Muchas se van por experiencias trágicas. las de otras son historias de sobrevivencia. siempre hay valentía. En cualquier caso, no se puede generalizar lo que significa para las mujeres la migración forzada. los riesgos se revelan exponencialmente cuando son "ellas" quienes no tienen otra opción que dejar sus países en busca de oportunidades o de protección, recorriendo rutas en las que están expuestas a abudos de toda índole. Aunque falta información, contextos y cifras, lo que hay nos indica la urgencia de asumir mayores compromisos para resguardar la vida de miles y miles de mujeres centroamericanas.
Lo de "Violencia Generalizada" se queda muy corto
Decadas después del fin de los conflictos armados en Centroamérica, conmueve constatar cómo se vuelven a repetir los desplazamientos forzosos de centroamericanos y centroamericanas en los tres países del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) buscando refugio en otros países. Huyen de la persecución política, también de la pobreza, también de la violencia de genéro y también de la violencia desatada por las bandas criminales armadas que extrosionan, chantajean y amenazan.
A pesar de que la mayoría de estadísticas de quienes salen no suele aparecer desagregadas por sexo, va en ascenso el número de mujeres que cada año buscan escapar de las múltiples manisfestaciones de violencia que las afectan a ellas de manera concreta. Preocupa, por eso, que queden invisibles los abusos específicos que tantas mujeres padecen en el seno de sus familias y que no se tenga en cuenta la dimensión emocional, física y patrimonial de la violencia que genera el crimen organizado entre las mujeres. La noción de "violendia generalizada" con que se analiza el contexto centroamericano queda corta para entender lo que está sucediendo.
"Yo no puedo contarlo"
Escuchemos a Silvia, nombre ficticio, una migrante salvadoreña, que a sus 18 años sufrió abuso sexual reiterado de tres mareros, que la amenazaron con matar a sus dos hermanos pequeños si no se sometía a ellos: "yo no puedo contarle a mis papás lo que pasó allá, eso jamás. No sabría cómo darles la cara. Yo fui a la entrevista con la sicóloga de aquí y me dijo que si lo digo en la declaración va a ser más fácil que nos den el refugio, pero yo no quiero que eso quede en mi expediente de migración. Si un juez lo lee delante de mi papá me daría mucha verguenza. Yo tuve que hacerlo, no tenía salida. Mi familia no se enteró de eso, yo me lo guardé. Y cuando mi papá nos dijo que agarráramos lo que pudiéramos porque al otro día nos íbamos a Costa Rica, me alegré mucho, se acabaría mi sufrimiento, ya nadie me iba a chantajear más…Mi papá era taxista y nos tuvimos que venir porque era demasiado lo que le pedían los mareros de renta como extorsión para dejarlo trabajar. Por lo menos, no se supo lo mío.
En muchas ocasiones, las experiencias de violencia intrafamiliar y de violencia de género provocada por las bandas criminales no se reconocen como causales suficientes para solicitar refugio. Y cuando los países que se supone tienen una política de refugio favorable en temas de género admiten algunas solicitudes, suelen ser descartadas ante la poca información de estas violencias o por la nula sensibilidad de las autoridades migratorias "competentes" que emiten los dictámenes. Merecería la pena un estudio que dé cuenta de cuáles son los razonamientos que rechazan el refugio por violencia de género en favor de mujeres que han atarvesado experiencias traumáticas en los países de los que escapan. y aunque no existe esa investigación, no es difícil sospechar que buena parte de los argumentos refuerzan las bases de una cultura patriarcal que aún persiste en el mundo.
Hay otras causas: el machismo naturalizado
En el estudio de 2013 "Cadenas globales de cuidados", promovido por ONU-Mujeres, las investigaciones señalan que en Nicaragua, un país que no parece las graves violencias que azotan el Triángulo Norte, una de cada cuatro mujeres abandona su país por violencia en la familia o en el matrimonio. Y lo hacen aún sin estar en posibilidad de obtener una categoria migratoria en el nuevo país y sin que puedan demostrar la situación de riesgo que han tenido que enfrentar.
En 2012 el libro "La dignidad vale mucho" comparte testimonios en esa línea, como el de Celia, una joven nicaraguense que sufrió varios intentos de violación sexual por parde de su hermano: "Mi papá se arrimó y le pegó el grito a él: ¡Qué estás haciendo! Mi papá lo persiguió con un machete y yo me puse a llorar. No sabía lo que estaba pasando y hasta ahora me doy cuenta de qué fue lo que pasó y de qué hubiera pasado si mi papá no hubiera llegado en ese momento.
Años después, Celia estaba de visita en la casa de su madre biológica y mientras decansaba en una hamaca, sintió que alguien la tocaba. Al despertarse vio que era su hermano: "Te salvaste una vez, esta vez no te vas a salvar". Eso me dijo. Yo no sé de dónde Diosito me dió fuerzas y agarrré un arma que había en la casa y le disparé. Diosito me salvó de ser asesina de uno de mis hermanos, solo lo herí… Después de eso yo dije que tenía que irme de ahí. Celia, se fue primero de León a Managua, en donde consiguió empleo como trabajadora doméstica, y poco después migró a Costa Rica.
Los análisis sobre la migración centroamericana se han enfocado prioritariamente en los factores económicos, en la violencia criminal o en la persecución política. Se han detenido muy poco en las expresiones naturalizadas, a veces sutiles, de la violencia machista. El número creciente de mujeres centroamericanas que dejan sus países amerita una reflexión profunda sobre las causas asociadas al machismo y a otros mecanismos de control al que se somete a las mujeres en nuestra sociedad.
Honduras cifra espeluznantes
Según datos recientes de ACNUR, en Honduras, donde un 43% de las personas que migran son mujeres, taqnto sus pésimas condiciones de vida, como la violencia por género o por orientación sexual que padecen, sumada a la impunidad reinante, explican la decisión de migrar.
El ERIC-Radio Progreso de Honduras denunció en mayo de 2015 que por el incremento del crimen organizado y el tráfico de drogas, unido a la deficiente respuesta judicial, que se traduce en impunidad y corrupción, la violencia tiene un impacto particular en las mujeres y en las niñas.
En 2013 fueron asesinadas 636 mujeres hondureñas, un aumento de 263.4% con respecto a 2005. En ese año se producían 207 feminicidios por cada 100 mil habitantes. En 2013 la tasa se incrementó a 14.6. 526 mujeres fueron asesinadas en 2014 y en 2015 ya fueron 471. actualmente, cada 16 horas es asesinada una mujer en Honduras. Es alarmante también el aumento de denuncias de desapariciones de mujerss y niñas hondureñas. En 2008 se reportaron 91 mujeres desaparecidas, en 2013 fueron 347. A estas espeluznantes cifras hay que sumar 155 denuncias por privación injusta de libertad, secuestro y tráfico de personas.
Respecto a los delitos sexuales, de los 3,017 denunciados en 2015, las mujeres eran el 86% de las víctimas, un total de 2, 612. No hay que olvidar que entre las razones para ser considerado "enemigo" o "traidor" en la lógica de las maras o de las redes del narcotráfico figura, entre otras, la "resistencia", entendida en el caso de las mujeres como el rechazo de los jóvenes a propuestas sexuales de mareros o narcotraficantes. "Resistirse" puede significar una sentencia de muerte u otros abusos graves. En casos así la migración forzada es una estrategia de sobrevivencia. ësa fue una de las conclusiones del análisis realizado por el ERIC-Radio Progreso.
El Salvador: un acumulado de violencias
Según datoss de la Policia Nacional Civil de El Salvador, recogidos en el boletín digital del Observatorio de la Violencia (ORMUSA), en 2015 se registraron 575 feminicidios. En 2014 fueron menos: 292. En San Salvador, donde vive millón y medio de personas, es donde hubo más casos: 223. Según datos de la CEPAL, la tasa de feminicidios en El salvador es 5.7 por cada 100 mil habitantes, sólo superada por Honduras.
Al igual que en Honduras, las causas de la violencia contra las mujeres en todas sus expresiones son muchas, complejas y se agravan por el clima de impunidad, inseguridas, desconfianza en las autoridades y por las actividades de grupos delincuenciales. No es dificil concluir que uno de los principales motivos por los que las mujeres salvadoreñas se ven forzadas a irse del país lo produce ese acumulado de violencias.
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