¿No son las mujeres mejores líderes en la aventura y el desafío planetarios que representa la pandemia de la COVID-19? Eso es lo que sugieren las reflexiones ofrecidas en el tercer número de la revista Pax Lumina. Se publica bajo la responsabilidad de la Red Paz y Reconciliación de la Conferencia Jesuita de Asia Meridional (JCSA) y quien lo saca a la luz es el Loyola Institute of Peace and International Relations de Kochi, Kerala (India).
En su editorial, Jacob Thomas señala que la vida de las mujeres no ha cambiado mucho desde la primera mitad del siglo XX. Su lectura de la situación en la India le hace decir que, sin intención de simplificar lo que sin duda son realidades complejas, existen divisiones obvias que hacen la vida fácil para algunos y bien difícil para otros. Ser mujer, escribe, nunca ha sido fácil y, a medida que la actual pandemia golpea, los más débiles, los excluidos, los pobres sufren más. En todos ellos, son mujeres quienes representan una elevada proporción.
Sin embargo, figuras femeninas han surgido en todas partes. Han demostrado la capacidad de determinación de las mujeres, su empatía y su esperanza que las cosas puedan cambiar si sabemos cómo abordar las causas estructurales que socavan o incluso despedazan las sociedades. Al arrullo de su vocación primaria de promover la paz, Pax Lumina nos recuerda que la paz sólo es posible en un entorno donde reine la justicia. La revista evoca situaciones en las que las personas, a menudo mujeres, están sufriendo durante la pandemia. Incluso si la causa principal de su sufrimiento no es la propia COVID-19, la pandemia ofrece la oportunidad de ver, en toda claridad, las injusticias que conducen a conflictos, violencia y guerra.
Si bien las mujeres suelen ser las primeras en sufrir, también pueden ser agentes de transformación. Entre otros ejemplos, una entrevista con la cineasta india de renombre internacional, Nandita Das, nos habla de su película “Listen to her” (disponible en YouTube). Este cortometraje es una respuesta al problema de la violencia doméstica, que ha aumentado durante la pandemia. En demasiados casos, las mujeres sufren en silencio o no son escuchadas. Por otra parte, muchas mujeres están haciendo una contribución notable al mantener unidas a las familias, y también al encontrarse en la vanguardia de los que se hallan comprometidos en la lucha contra la enfermedad: enfermeras, auxiliares de laboratorio, empleadas de limpieza, asistentas sociales.
Pax Lumina enumera ejemplos en los que mujeres aportan un liderazgo muy positivo en sus comunidades. La revista va más allá de las fronteras de la India y habla de la situación de las mujeres en Tanzania y del compromiso de religiosas a favor del progreso de los niños, especialmente de las niñas. Lo mismo ocurre en Nepal, donde el confinamiento ha dado lugar a mucha violencia, incluso en los refugios del gobierno. Sin embargo, en el municipio de Bumikasthan, en el oeste del país, las autoridades pidieron a una sencilla mujer, que se había ofrecido como voluntaria en situaciones de crisis sanitaria, que se hiciera cargo de la respuesta del municipio a la COVID-19. A pesar de verse abrumada por la tarea y en peligro de contraer el virus, afirma que encontró la alegría en los ojos de las personas a las que estaba ayudando. Tenía la convicción de impulsar su país en la dirección correcta.
Otro artículo sostiene que las líderes políticas de todo el mundo han resultado mejor que sus pares masculinos en la lucha contra el coronavirus. Entre ellas se encuentran Jacinda Ardern (Nueva Zelandia), Angela Merkel (Alemania), Tsai Ing-wen (Taiwán), Katrin Jokobsdóttir (Islandia), que actuaron rápidamente y en beneficio de todos los ciudadanos de sus respectivos países.
Vale la pena poner de relieve, para terminar, que, al publicar tal retrato que da el primer plano a las mujeres de todas las condiciones, la revista Pax Lumina está haciendo lo que se espera de una obra de la Compañía de Jesús. De hecho, desde la 34ª Congregación General en 1995, los jesuitas se han comprometido a apoyar la promoción de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.
Fuente: Jesuits Global