Este 20 de agosto, se conmemora el 80 Aniversario de fundación de la Comunidad Ecuménica de Taizé. Sobre sus orígenes, su vocación y misión en la Iglesia y el mundo nos habla en esta entrevista, el Hermano Charles Eugene, miembro de esta Comunidad.
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“El Hermano Roger era un hombre de comunión y él quería crear a través de una pequeña comunidad un signo de paz, de comunión, de reconciliación, más allá de los conflictos”, lo recordó el Hermano Charles-Eugène, miembro de la Comunidad de Taizé en el marco de la celebración de los 80 años de fundación de la Comunidad Ecuménica de Taizé. “En el fondo – afirmó el Hermano Charles-Eugène – él quería preparar hombres que puedan participar en la reconstrucción de Europa después del conflicto mundial, así que la vocación fundamental de la Comunidad es la comunión, la reconciliación de los hombres y en particular de los cristianos divididos.
La Fundación de la Comunidad
Un 20 de agosto de 1940, en la aldea de Taizé, en el Borgoña francés, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el Hermano Roger fundó la Comunidad Ecuménica de Taizé.
Después de haber dejado su país natal, Suiza y haber vivido la experiencia de la enfermedad a causa de una tuberculosis pulmonar, maduró en él la llamada a crear una Comunidad.
Frère Roger, era un hombre de comunión y quería crear un signo de paz y de reconciliación, más allá de los conflictos. En el fondo, quería preparar hombres que pudieran participar en la reconstrucción de Europa después del conflicto mundial. De esta manera nació Taizé, teniendo como vocación fundamental, la comunión y la reconciliación de los hombres y en particular de los cristianos divididos.
Sus inicios están marcados por la acogida a los refugiados que escapaban de la guerra. Gracias a un módico préstamo, el Hermano Roger compró una casa abandonada desde hacía años y sus dependencias. Propuso a una de sus hermanas, Geneviève, que viniera a ayudarle en su trabajo de acogida. Entre los refugiados que alojaban había judíos, y agnósticos.
Los primeros hermanos
En 1945, un joven jurista de la región propuso a los hermanos acoger a algunos niños en Taizé, los hermanos recibían también a los prisioneros de guerra alemanes recluidos en un campo cerca de la aldea. Poco a poco algunos hombres jóvenes vinieron a unirse a los primeros hermanos y, el día de Pascua de 1949, siete hermanos se comprometieron para toda la vida a guardar el celibato, llevar una vida común y vivir con una gran sencillez. En el silencio de un largo retiro durante el invierno 1952-1953, el fundador de la Comunidad escribió la Regla de Taizé, donde redactó para sus hermanos «lo esencial para permitir la vida en común».Escucha y descarga el servicio
Su misión en la Iglesia y el mundo
Hoy, la Comunidad de Taizé está formada por más o menos 100 hermanos, 100 hombres que provienen de 30 naciones de todos los continentes y de las distintas iglesias: católicas y protestantes.
El Hermano Roger decía que la Comunidad tiene que ser una parábola de comunión, vivida entre hombres de distintos orígenes. La idea fundamental del fundador era hablar a través de la vida, antes de hablar a través de las palabras, es decir, ser un signo concreto de reconciliación entre cristianos divididos y pueblos separados.
Hoy, algunos hermanos viven en lugares desfavorecidos del mundo para ser allí testigos de paz y para estar al lado de los que sufren. En estas pequeñas fraternidades en Asia, África y América Latina, los hermanos comparten las condiciones de vida de aquellos que les rodean, esforzándose en ser una presencia de amor al lado de los más pobres, de los niños de la calle, de los prisioneros, de los moribundos, de aquellos que han sido heridos hasta en lo más profundo por causa de rupturas de afecto o por abandono.