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Evangelio del día, Juan 12, 44-50

“Jesús dijo claramente: El que cree en Mí no cree solamente en Mí, sino en Aquel que me ha enviado. Y el que me ve a Mí ve a Aquel que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en Mí no permanezca en tinieblas. Si alguno escucha mis palabras y no las guarda, Yo no lo juzgo, porque Yo no he venido para condenar al mundo, sino para salvarlo. El que me rechaza y no recibe mi Palabra ya tiene quien lo juzgue, la misma Palabra que Yo he hablado lo condenará el último día. Porque Yo no he hablado por mi propia cuenta, sino que el Padre, al enviarme, me ha mandado lo que debo decir y cómo lo debo decir. Yo sé que su mandato es vida eterna, y Yo entrego mi mensaje tal como me lo mandó el Padre”.

Palabra del Señor.

Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.

El que cree en mí, no cree solamente en mí sino en aquel que me ha enviado

Cuando ponemos nuestra fe en Jesús, la estamos poniendo en Aquel de quien Él procede, en el Padre, que es quien lo ha enviado para que anuncie el proyecto de su Reino. De esta manera, Jesús nos deja bien claro que Él no hace las cosas por cuenta propia, sino en Nombre del Padre, de quien procede directamente. Por tanto, creer en Jesús y acercarnos a Él es creer en el Padre y acercarnos a Él por medio de su Hijo, que nos va revelando todo cuanto tiene de su Padre.

Creer en Jesús me posibilita llevar una vida plena, pues la fe en Él me conduce a orientar mi vida por caminos de realización personal, de encuentro abierto y sincero con los demás, de fraternidad universal, en donde no hago diferencias, ni exclusiones para con nadie, sino que incluyo a todos mis hermanos por igual. Creer en Jesús me lleva a vivir de un modo más fiel y transparente mi vida, sin engaños, siendo como Jesús, que es a Quien sigo.

¿Qué cambios he experimentado en mi vida por creer firmemente en Jesús?, ¿qué efectos positivos he visto en mi relación con los demás, debido a mi fe en Jesús?