Evangelio del día, Marcos 6, 7-13
“Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevaran sandalias, pero no una túnica de repuesto. Quédense en la casa donde entren, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si en un lugar no los reciben ni los escuchan, al marcharse sacúdanse el polvo de los pies, en testimonio contra ellos. Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”.
Palabra del Señor.
Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.
Jesús llamó a los doce y los fue enviando de dos en dos
Jesús no llamó a ninguno de los representantes de la religión oficial, no puso su mirada en los fariseos, ni escribas, ni sumos sacerdotes, aunque ellos eran parte de la estructura jerárquica de la iglesia de ese tiempo. El Señor llamó a simples hombres del pueblo, algunos eran pescadores, otros se dedicarían a diferentes oficios, todos ellos sin mayor formación en materia de religión, pero Jesús los fue formando para que extendieran su mensaje de amor y de fraternidad.
Tal vez me podría sentir tentado de decir que no estoy preparado para ofrecer mis servicios al Señor dentro de la Iglesia; eso sería propio el enemigo, pues él me hace creer que no soy yo la persona indicada para llevar adelante el proyecto del Reino de Dios. Si Jesús me llama, no es porque yo sea el mejor, ni tampoco porque esté mejor preparado, lo hace porque cree que en la misión que Él me encomiende, podré llevarla adelante con su ayuda.
¿Qué me pide el Señor en estos momentos como misión en el servicio de la extensión de su Reino?, ¿Qué justificaciones suelo presentar cuando el Señor me hace un llamado a servirle?