Evangelio del día, Juan 16, 5-11
“Ahora me voy donde aquel que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta adónde voy. Se han llenado de tristeza al oír que les dije que me voy, pero es verdad lo que les digo, que les conviene que yo me vaya, porque mientras yo no me vaya, el Protector no vendrá a ustedes. Yo me voy, pero les enviaré al Protector. Cuando venga él, rebatirá al mundo en lo que toca al pecado, al camino de justicia y al juicio. ¿Qué pecado? Que no creyeron en mí. ¿Qué camino de justicia? Mi partida hacia el Padre, y ustedes ya no me verán. ¿Qué juicio? El del gobernador de este mundo, ya ha sido condenado”.
Palabra del Señor.
Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.
Yo me voy, pero les enviaré al protector
Al haberse ido al Padre después de su resurrección, no quiere decir que Jesús nos haya dejado solos y abandonados; pues por medio del Espíritu Santo, que es el Protector, es que recibimos su presencia amorosa, cercana y solidaria, haciéndonos sentir que está ahí, en medio de nosotros, acompañándonos, consolándonos. Si no sentimos la presencia consoladora de Jesús, tendremos que revisar qué está pasando en nuestro interior, porque Él nunca se ausenta.
Siempre puedo vivir confiado, sabiendo que el Señor está presente en mi vida en todo momento, sin ausentarse jamás; el Señor nunca me abandona, jamás se va de mi lado, siempre está dispuesto a brindarme ayuda y consuelo; si yo no siento su presencia, no se debe a Él, sino a mí mismo, pues sin darme cuenta, dejo entrar en mi corazón la presencia del enemigo, que me invade de miedos, dudas, insatisfacciones, de lo que termino responsabilizando a Dios injustamente.
¿Cómo ha sido mi experiencia de confianza total en Dios que me acompaña siempre?, ¿soy consciente de las acciones del enemigo para hacerme creer que lo malo que me sucede es por permisividad o ausencia de Dios?