En los Ejercicios Espirituales, san Ignacio nos presenta las tres maneras de humildad [164]. En la tercera nos invita a considerar el imitar y parecernos a Cristo; eligiendo pobreza, oprobios y ser estimados por vanos y locos por Cristo, que fue el primero estimado como tal.
Hay personas capaces de pedir el sufrimiento con Cristo, creo que es Don. En el ambiente en el que cada año hago los Ejercicios, cuidado, amable… nada me suele llevar a ponerme en la situación de que «entregar la Vida por Cristo y su Reino», sea algo literal.
Sin embargo, ahora me hago cargo de tantos seguidores de Jesús «hasta el Extremo», en diferentes partes del mundo y por situaciones distintas. Aquí, donde yo estoy, la situación de inseguridad por la violencia, los robos, los secuestros… lleva a poner cada día la propia vida en manos de Dios. Hace unos días secuestraban a una religiosa en su propia comunidad, pero esto es sólo un titular más entre tantos similares que nos llegan… cualquier persona aquí, vive expuesta.
No te persiguen porque seas cristiano, sino simplemente porque puedes suponer una «fuente de ingresos». Sin embargo, si no fuera por una llamada, por un envío… por el deseo de seguir a Jesús entre los más vulnerables, probablemente no estaría aquí.
Día a día tratas de vivir una prudencia equilibrada, sin dejar demasiado espacio al miedo que paraliza. No puedes estar con la gente si te quedas encerrada en casa (además, que eso tampoco supone seguridad). No es vocación de mártir, es vivir algo de lo que ellos viven, llamada a seguir a Jesús… con todo el temor y el temblor que a mí me supone pensar en padecer lo que Él padeció, POR AMOR.
Se me repite mucho últimamente esa frase del Evangelio que dice algo así como: «Necio, ¿para qué acumulas si la vida no te pertenece?». Enséñame, Señor, a vivir en verdad y dame libertad para decir con total oblación que mi vida no me pertenece, que ya está entregada… y sólo en Ti, Señor, descansa mi alma. Tú eres la defensa de mi Vida…
Gracias a tantas personas que viven el seguimiento de Jesús hasta la última gota…
Fuente: Pastoral SJ