Después de 25 años de legado con un comprometido y visionario servicio, Claudio Solís, el director general del instituto educativo Liceo Javier, ha decidido retirarse de su cargo, dejando dicho puesto para que Paulina Colmenares asuma ese puesto, cuyo enfoque en la educación continua, su dedicación a la profesionalización constante, y su fuerte identidad con los valores del Liceo Javier la posicionaron como la persona ideal para tomar las riendas de la institución.
Solís dio inició a su trayectoria en el Liceo Javier en la búsqueda de una educación de calidad como padre de familia. Posteriormente, de manera inesperada y gracias a sus conocimientos adquiridos en el deporte de baloncesto y su experiencia en dicha área, le solicitaron que les brindara apoyo como entrenador de baloncesto en dicho centro educativo. Este acercamiento e inmersión en la propuesta educativa del colegio lo cautivó, y fue mediante a ello, que más tarde, Claudio llegara a experimentar lo que San Ignacio de Loyola llamaba “Mociones de Movimientos de Espíritu”, siendo estas reacciones espirituales frente a un suceso relacionado con el bien.
Su desenvolvimiento en el campo de baloncesto, su compromiso y pasión con sus estudiantes lo llevaron a ser un coordinador de deportes. Estar presente y detrás de la formación académica de los estudiantes le hizo ver que se puede hacer un mejor mundo a través de la educación. Esto mismo lo incentiva a sumergirse aún más en la búsqueda de crecer personalmente mediante talleres y ejercicios espirituales, y dicho proceso interno lo llevó a ser director general del Liceo Javier más adelante.
“Me enamoré de la propuesta educativa de la Compañía de Jesús, en cuanto la fui conociendo me empape de esto y la manera en como ver la vida, y que es a través del servicio y la transformación de la sociedad, pensando siempre en los más pequeños y vulnerables.”
Después de 25 años, Claudio se siente inmensamente agradecido por todas las experiencias que marcaron su vida, desde el nivel académico hasta el social que cambiaron tanto su vida como la de su familia, al servir en conjunto a las personas con los dones que Dios les regaló. Ahora, en sinónimo de su despedida, Claudio invita a los jóvenes a seguir formándose, y no solo a nivel cognitivo, sino a nivel emocional y espiritual para que esto les permita que sus vidas cobren sentido, tal como lo estipula la segunda Preferencia Apostólica Universal “Acompañar a los Jóvenes en el Camino”. Asimismo, incentiva a los laicos y laicas que están colaborando en la misión a que se animen y arriesguen a que la vida valga la pena, y para ello sugiere profundizar en la propuesta y cultivarse espiritual, emocional e intelectualmente y tratar de ser un testimonio.