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Vida es la palabra que uno tiene para exprimir esto que tenemos. Podría ser vida ver los días pasar, pero Vida –con mayúsculas– es lo que uno intenta llenar. En la cabeza de cada uno tenemos, gracias a Dios, seres de luz, de esos que llenan su Vida, la cargan de sentido y en cuanto pueden, la donan a los demás. Tres lecciones de vida que nos dan son: 

  • Que la Vida hay que gastarla, como decía Luis Espinal en su poema Gastar la vida. Que cuando parece que no puedes hacer nada, sí que puedes. Las vidas normales dan mucha vida. Una familia, un voluntariado, una nueva iniciativa, un recado que haces como favor a un ser querido, apurar las horas, llegar a donde no puedes llegar… ese cansancio que aflora cuando al final del día te has dado por los demás. Ese no cansa. Gastarnos por los demás da mucha vida.
  • Que la Vida no se retrasa. Que el ahora no significa «vive la vida loca», sino «vive la vida ahora», con tus para siempres: tu familia, tus amigos, pero también con los que has elegido conocer: las personas de tu comunidad, las de ese voluntariado…  Comprométete. Que si tienes proyectos, hazlos. Que si quieres a alguien, formad un equipo, porque el amor une hasta la eternidad.
  • Que la Vida hay que ensancharla. No dejes que la vida pase por ti sin enterarte. Porque cuando vas por la vida abriendo el corazón, eres acogido en el corazón de otros. Quizás a veces duela, o sea más difícil, pero una vida a corazón abierto es más plena. Porque la vida no se puede alargar, pero sí ensanchar. Y eso depende única y exclusivamente de cada uno de nosotros. De cuánto ensanchemos el corazón a los demás y a Dios.

Hay muchas más razones para seguir, a contracorriente, cansándonos construyendo un mundo más humano, más justo y en la medida de lo posible, más conocedor de Dios ¿cuál es la tuya?

Claudia Pellejero

 

Fuente Pastoral SJ