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¿Qué sería de nosotros sin tanta gente que va cruzándose en nuestra vida? ¿Qué sería de mí sin los míos, esos que me han sostenido en la lucha, en cuyo hombro he llorado o con quienes me he reído hasta no poder más? ¿Qué sería de mí sin las manías ya familiares de mis gentes, sin las frases conocidas, las historias compartidas, los proyectos comunes?

Es bueno darle gracias a Dios por los rostros, los nombres de mi vida….

Oración

BENDICE ALMA MIA BENDICE ALMA MÌA AL SEÑOR Y BENDICE SU SANTO NOMBRE. BENDICE ALMA MÍA AL SEÑOR ÈL ME RESCATÒ DE LA MUERTE.

VENGO AQUÍ, MI SEÑOR

Vengo aquí, mi Señor a olvidar las prisas de mi vida. Ahora sólo importas Tú. Dale la paz a mi alma.

Vengo aquí, mi Señor a que en mí lo transformes todo nuevo… …a encontrarme con tu paz que me serena… …a pedir que me enseñes tu proyecto…

GRACIAS

Gracias por los nombres de mi vida, los nombres de quienes me han querido y a quienes yo he amado. Los nombres de quienes me han hecho sonreir y aquellos a quienes yo he llevado una sonrisa.

Gracias por los nombres de mi presente, tan familiares que ni siquiera necesito pronunciar, que me acompañan en la vida cotidiana, en los momentos de rutina, en las horas de trabajo en los días de descanso, que aguantan mis fatigas y animan mis proyectos.

Gracias por los nombres más cercanos, y los que solo son vagamente familiares por todos aquellos con quienes alguna vez puedo intercambiar saludos, conversaciones, compartir algo… Por esos rostros reales, conocidos, propios, que me aportan vida, sentido, alegría…

Gracias también por los nombres difíciles. Los de aquellos que complican mi vida; por lo que puedo aprender a través de la dificultad; por lo que puedo ganar en madurez; por lo que las relaciones difíciles me enseñan sobre mí mismo.

Dame, Señor, gente cercana. Dame gente, nombres, rostros… que pueda llamar míos

Los nombres de ayer.

Hoy soy la persona que soy por tantas personas como han marcado mi historia, desde que era pequeño. Mis seres más queridos, mis amigos de la infancia y los que vinieron después. Hoy soy quien soy por los conflictos que he vivido, cuando los supe solucionar y también cuando me dejaron heridas. Y por los tiempos de alegría y confianza, esa que me hizo fuerte por momentos. Por las lecciones que he ido aprendiendo, por los retos que ya he afrontado y aquellos con quienes los compartí…Por todos esos nombres le doy gracias a Dios.

Piensa en los nombres importantes de tu pasado, los que recuerdas con frecuencia y aquellos otros en que raramente te detienes ahora… y dedícales un breve momento, en la distancia. Pide a Dios por ellos, que allá donde estén sus vidas sean bendecidas.

Los nombres de hoy.

Soy la persona que soy por tantos nombres como llenan mi vida hoy, estableciendo lazos o configurando mi presente, haciéndome sentir seguro, o frágil, o de todo un poco. Soy quien soy por la gente que me trata bien, y también por quien me hace sufrir. Por quien aguanta mis malos ratos, y por quien comparte los momentos más relajados. Por quien trabaja conmigo y quien simplemente pasa por mi vida. También esos nombres me hacen ser la persona que soy, única, distinta, original, con mis sueños y mis luchas, mis deseos y mis desesperaciones, mis humores buenos y malos. Por todos esos nombres doy gracias a Dios.

Piensa en la gente que forma parte de tu presente… En esos nombres que son tan cotidianos que los das por supuesto. Los que te caen bien y los que te hacen la vida difícil. Todos “tus” nombres… Pide a Dios por ellos, que sus vidas, sus trabajos, sus caminos, sean bendecidos.

Los nombres de mañana.

¿Quién estará en el camino? ¿Quién formará algún día parte de mi vida? ¿Quién se convertirá en alguien muy importante en ella? ¿Qué historias, risas, encuentros, esfuerzos, trabajos compartidos, luchas, proyectos, están ahí delante? No lo sé. Ahí está el horizonte. Ahí está el futuro. Ahí están los caminos que se cruzan con el mío. Lo importante es seguir siempre, seguir…con los ojos abiertos y el corazón dispuesto. Siempre preparado para admitir más historias, más rostros, más nombres, que me ayuden, siempre, a ser una persona más honda, más auténtica, más llena…

Piensa en tus proyectos, en tu vida actual, y pide a Dios por todas esas historias que están por venir, y en todos esos nombres que algún día pronunciarás. Y desea que tu vida sea verdaderamente humana…

Fuente: Pastoral SJ