San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, fue una figura fundamental de la Reforma Católica. Nació en Italia, en 1542, en una familia noble. Desde su juventud destacó al demostrar una gran capacidad intelectual y artística, especialmente en la poesía y la música. Su vocación religiosa lo llevó a ingresar en la Compañía de Jesús, en donde dedicó su vida al servicio de la Iglesia, renunciando a las ambiciones terrenales que podrían haberle otorgado su posición familiar.
Como jesuita, Belarmino se distinguió en el ámbito académico y teológico. Enseñó en la Universidad de Lovaina y fue conocido por sus sermones en latín. Además, escribió obras influyentes como “Disputas Sobre las Controversias”, una defensa de la fe católica contra las doctrinas protestantes. Durante su carrera, fue designado a ocupar significativos cargos en Roma, tales como el de cardenal y obispo de Capua, donde trabajó incansablemente en la formación del clero y la defensa de la doctrina católica.
Sin duda, una de las características más loables de San Roberto fue su humildad y austeridad, pues a pesar de los cargos de poder que ejecutó, vivió de manera sencilla, renunciando a la mayoría de sus posesiones materiales al donar a los pobres, incluso lo que necesitaba para sí mismo. Esta sencillez, junto con su profundo amor por la enseñanza y el servicio pastoral, lo convirtió en una figura querida y respetada en toda la Iglesia.
Belarmino pereció en Roma el 17 de septiembre de 1621, y fue canonizado en 1930, un año antes de ser declarado Doctor de la Iglesia. Ahora, a través de la historia su legado sigue vivo no solo a través de sus escritos, sino también en el ejemplo de vida que dejó, uniendo la sabiduría teológica con una fe humilde y una entrega total a los demás.