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El testimonio de vida de San José de Anchieta, jesuita canonizado por el Papa Francisco que recordamos cada 9 de junio, es muestra de que la misión puede transformar culturas y generar impactos duraderos desde la conexión con el contexto y las formas de vida.

 

El 3 de abril de 2014, el Papa Francisco canonizó a San José de Anchieta, jesuita español que vivió 44 años en misión en Brasil. «San José de Anchieta supo comunicar lo que él había experimentado con el Señor, lo que había visto y oído de él», dijo en esa ocasión Francisco. Así, cada 9 de junio la Iglesia recuerda a este santo que pasó buena parte de su vida recorriendo parte del territorio brasileño y llevando la buena noticia del Evangelio a pueblos originarios a través de la catequesis, la poesía y la educación. San José de Anchieta nació en Tenerife, España, en 1534. Fue admitido en la Compañía de Jesús en 1550 y a los 19 años, en 1553, llegó a Brasil para iniciar su misión como catequista entre los pueblos aborígenes del país.

Llamarlo “influencer del siglo XVI” es una forma de mostrar que el testimonio cristiano auténtico tiene impacto —incluso más profundo y duradero que los virales de hoy— y que la misión puede transformar culturas, no imponiéndolas, sino encarnándose en ellas. A partir de los sucesos más trascendentales en la misión de este santo, podemos enlistar tres aspectos que lo convierten en un verdadero influencer del Reino de Dios: 

• Porque modeló formas de pensar y de vivir: Anchieta no solo predicaba, sino que moldeó una cultura a través del idioma, la educación y el arte. Enseñó valores cristianos a comunidades enteras con palabras, teatro, poesía y testimonio de vida.
•Porque conectó con las personas en su lengua y contexto: Aprendió tupí, escribió catecismos, obras teatrales y poemas en esa lengua. Como los influencers de hoy, sabía que para comunicar, primero hay que entender y hablar el idioma del otro. A él se le atribuye también la creación y traducción de tres catecismos y otras obras sobre la realidad del país y de los pueblos indígenas.
•Porque su vida generó impacto duradero: Participó en la fundación de São Paulo y Río de Janeiro, defendió a los pueblos indígenas y su legado permanece vivo en la espiritualidad, la cultura y la historia de Brasil. P. Adolfo Nicolás nos cuenta que, de los 44 años que vivió en Brasil, 40 por lo menos se caracterizaron por un incesante peregrinar, «comenzando por la región de São Vicente y Piratininga, entre 1554 y 1564, cuando tuvo lugar la fundación y primeros años de la ciudad de São Paulo». Aquí, San José de Anchieta construiría un colegio que se convertiría también en lugar de asentamiento para las personas indígenas: se les ofrecía instrucción en carpintería y artesanía.

Entre 1577 y 1587 fue superior de los jesuitas en Brasil, misión desde la que incentivó más el trabajo en escuelas y con niñas y niños. Durante este tiempo también continuó recorriendo el país. Murió en 1597 en Reritinga, hoy ciudad Anchieta en su honor. Fue proclamado Apóstol del Brasil, título por el que se le conoce hasta hoy, por el arzobispo de Río de Janeiro, en la ciudad de Reritiba, en la misma Iglesia del Colegio donde se celebraron sus funerales en 1597. Que esta fiesta nos sirva, en palabras de P. Adolfo Nicolás, S.J., para revivir su ejemplo de «disponibilidad para la misión, de libertad espiritual y de prontitud para buscar y hallar en todo momento la voluntad del Señor».