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Recordando al P. Rutilio Grande y la parroquia de Aguilares.

Con motivo de la beatificación del P. Rutilio Grande, Nelson Rutilio y Manuel traigo a la memoria algunos recuerdos, más que de la persona misma, de acciones cotidianas y pastorales de las que él fue partícipe.

Conocí al P. Grande y al equipo inicial (Bengochea, Salvador) que en el año 1972 asumió la parroquia de Aguilares (lugar donde nací). Posteriormente se integrarían otros al equipo parroquial (Benigno, Marcelino, Gustavo –“Tavo”). Este grupo representó, para los pobladores de Aguilares, una novedad luego de haber tenido varios párrocos con escasa dedicación pastoral.

El primer aspecto novedoso fue la presencia y contacto directo con los parroquianos tanto del área urbana como de la parte rural. Aspecto significativo que marcaba un paso importante de la práctica sacramental hacia un proceso de evangelización. El pueblo se dinamizó con la conformación de comunidades de reflexión en torno al evangelio. Variadas personas que poco frecuentaban la Iglesia, comenzaron a tener una participación activa en la vida parroquial.

Las celebraciones religiosas tomaron otra perspectiva y dinamismo. En una ocasión, durante la Semana Santa, durante la procesión del Santo Entierro, para los diferentes momentos de descanso de la urna funeraria, se asignaron lugares clave de la vida política, social y económica de Aguilares. Por ejemplo, una de las estaciones fue en la sede de la Comandancia Local de la extinta Guardia de Hacienda, allí la prédica fue en torno a la denuncia de la represión e intimidación que este cuerpo policial realizaba en las zonas rurales.

Otro aspecto novedoso fue el protagonismo que tomaron los diferentes agentes de pastoral del área rural (de los “cantones”) a través de la estructura de Delegados de la Palabra (de Dios). El pueblo humilde, pobre, explotado tuvo en sus manos la palabra de Dios y significó transformación, reivindicación, sentirse

“atendidos por Dios”, hijos e hijas de Dios. Un ejemplo de este protagonismo del área rural fue la celebración de la Fiesta del Maíz. La actitud básica de la fiesta era la gratuidad: todo era gratis. Gratuitos los elotes (maíz nuevo, no secado), donados por todas las comunidades y gratuito el consumo de atol y elote cocido.

Un aspecto llamativo de tipo personal que me quedó muy grabado fue la importancia que tenía la música del brasileño Roberto Carlos para el P. Grande.

Durante un tiempo, los sábados por la tarde, desde el sonido externo del templo parroquial se escuchaban algunas de las siguientes canciones: Millón de amigos, que es una invitación a construir  amistad universal; Jesucristo, canción que propone la adhesión a la misión de Jesucristo desde el “ya estoy aquí”; La montaña, canción que motiva a practicar la oración y la reflexión y El progreso, canción premonitoria de momentos actuales, que expresa la molestia por el deterioro del medio ambiente.

Alto, delgado, tímido, pero de palabra recia, profética. Lo recuerdo vistiendo su curial camisa negra o gris; el cabello siempre bien recortado, donde en la entremezcla, predominaban las hebras grises sobre las negras. Así lo recuerdo físicamente.

Es grato compartir -50 años después- estos recuerdos de una persona que dedicó parte de su vida a practicar la primera bienaventuranza: “bienaventurados los pobres porque de ellos/ellas es el reino de Dios” y fue martirizado junto con dos bienaventurados: Manuel y Nelson Rutilio.

José Aníbal Meza Tejada, San Salvador, 1ro enero 2022.

Remembering Fr. Rutilio Grande and the Aguilares parish.

On the occasion of the beatification of Fr. Rutilio Grande, Nelson Rutilio and Manuel I bring to mind some memories, more than of the person himself, of daily and pastoral actions in which he was a participant.

I met Father Grande and the initial team (Bengochea, Salvador) who in 1972 took over the parish of Aguilares (the place where I was born). Later, others would join the parish team (Benigno, Marcelino, Gustavo – “Tavo”). This group represented, for the inhabitants of Aguilares, a novelty after having had several parish priests with little pastoral dedication.

The first novel aspect was the presence and direct contact with the parishioners from both the urban and rural areas. Significant aspect that marked an important step from the sacramental practice towards a process of evangelization. The town was energized with the formation of communities of reflection around the gospel. Various people who rarely attended the Church, began to have an active participation in parish life.

Religious celebrations took on another perspective and dynamism. On one occasion, during Holy Week, during the procession of the Holy Burial, for the different moments of rest of the funeral urn, key places of the political, social and economic life of Aguilares were assigned. For example, one of the stations was at the headquarters of the Local Command of the former Treasury Guard, there the preaching was about the denunciation of the repression and intimidation that this police force carried out in rural areas.

Another novel aspect was the protagonism that the different pastoral agents of the rural area (of the “cantons”) took through the structure of Delegates of the Word (of God). The humble, poor, exploited people had the word of God in their hands and it meant transformation, vindication, feeling “cared for by God”, sons and daughters of God. An example of this role in the rural area was the celebration of

the Corn Festival. The basic attitude of the party was gratuity: everything was free. The corn (new corn, not dried) is free, donated by all the communities and the consumption of atol and cooked corn is free.

A striking aspect of a personal nature that was very impressed with me was the importance that the music of the Brazilian Roberto Carlos had for Father Grande. For a time, on Saturday afternoons, some of the following songs were heard from the external sound of the parish temple: Million of friends, which is an invitation to build universal friendship; Jesus Christ, a song that proposes adherence to the mission of Jesus Christ from the “I’m already here”; The mountain, a song that motivates us to practice prayer and reflection and Progress, a premonitory song of current moments, which expresses the annoyance due to the deterioration of the environment.

Tall, thin, shy, but with a strong, prophetic word. I remember him wearing his curious black or gray shirt; the hair always well trimmed, where in the mixture, the gray strands predominated over the black ones. So I remember it physically.

It is pleasant to share -50 years later- these memories of a person who dedicated part of his life to practicing the first beatitude: “blessed are the poor because theirs is the kingdom of God” and was martyred together with two blessed: Manuel and Nelson Rutilio.

José Aníbal Meza Tejada

1ro de enero 2022.

Translator: Julian Filochowski