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Nuncio Apostólico en Paraguay

¿representa al Estado Vaticano o al Papa?

Pablo Richard

Los católicos en América Latina nos hemos sentido golpeados, con la rápida legitimación que el Nuncio Apostólico Eliseo Ariotti ha dado al “golpe de Estado” en Paraguay. Nos recordó también el rápido apoyo que el Cardenal Andrés Rodríguez Maradiaga dio al golpe de Estado en Honduras.

El señor Franco que se proclama “presidente”, contra toda ética y legitimidad democrática, se refirió públicamente al “apoyo unánime que ha tenido de la Iglesia Católica, como de los gremios y de los partidos políticos”. El domingo se celebró una Misa en la Catedral, con participación destacada del golpista Franco, junto con los representantes eclesiales y militares del país. La foto salió en muchos periódicos en primera plana. Casi todos los gobiernos de América Latina han denunciado el golpe, o al menos han retirado sus embajadores y su apoyo político y económico. 

Los católicos nos sentimos deslegitimados y ofendidos por la actitud de estos nuncios apostólicos de la Iglesia Católica. Surge la pregunta si son representantes del Estado Vaticano, o representantes del papa, como jefe de toda  la Iglesia, representante de la tradición apostólica, construida sobre Pedro Apóstol. No se puede engañar y jugar con  la fe y la identidad católica del Pueblo de Dios, especialmente en América Latina y El Caribe. 

No nos sentimos representados por un diplomático de la Jerarquía y tenemos el derecho de rechazar las opciones  políticas del Estado del Vaticano, e incluso de las opciones de la jerarquía cuando son antiéticas y antidemocráticas. 

Por fidelidad a nuestra identidad evangélica buena es una profesión pública de desobediencia civil al estado vaticano y de denuncia profética a la jerarquía católica cuando engaña al pueblo de Dios con sus opciones claramente políticas legitimando a todas las antiguas oligarquías que oprimen a nuestros pueblos. 

No somos ciudadanos del Estado Vaticano, sino miembros del Pueblo de Dios fiel al Evangelio y a la opción preferencial de los pobres.