En la hora de la fragilidad…
…reconozcamos humildemente nuestra situación humana.
¡Ya estamos en Cuaresma! Al iniciarse la Cuaresma del año pasado empezaban a sentirse los terribles efectos del coronavirus en el mundo. Un año después, seguimos en plena crisis sanitaria. El tiempo de Cuaresma, invitación a retirarse al desierto para orar, es una oportunidad para madurar nuestra vida espiritual. Por eso, siguiendo la orientación ignaciana, que nos invita a encontrar a Dios en todas las cosas, debemos, en primer lugar, mirar la realidad tal cual es y, sobre todo, vernos a nosotros mismos tal como somos.
El covid-19 pone de relieve, más claramente que nunca, la fragilidad del ser humano. Abre nuestros ojos y nos obliga a reconocer con humildad nuestra condición. Es la llamada anual del Miércoles de Ceniza, que este año se deja oír con más intensidad.
Aunque la liturgia nos ofrece, con razón, la opción de utilizar la frase “Conviértete y cree en el Evangelio” cuando se nos impone la ceniza sobre la frente, la fórmula tradicional es probablemente más adecuada al comienzo de esta Cuaresma de 2021: “Recuerda que polvo eres y que al polvo volverás” (sirviendo de eco al texto de Génesis 3,19). Una llamada a la humildad que se percibe mejor en tiempos de pandemia.
Sin embargo, no es momento para lamentarse ni para caer en el desánimo. La llamada cuaresmal a la conversión es también -y quizás más en tiempos de pandemia- una llamada a la responsabilidad que todos y todas tenemos de garantizar la calidad del mundo en que vivimos. La fragilidad nos anima a la solidaridad, al apoyo mutuo e incluso a la entrega a los demás, como atestiguan tantos trabajadores sanitarios en todo el mundo.
A lo largo de la Cuaresma de 2021, nos proponemos publicar un boletín todos los miércoles. Se abrirá con una breve reflexión sobre el tema “En la hora de la fragilidad…” y una cita de la encíclica del Papa Francisco Fratelli Tutti. También nos acompañarán algunos mosaicos del artista jesuita Marco Rupnik. Una buena Cuaresma a todos. ¡Que nuestra fragilidad nos impulse a encontrar nuestra fuerza y nuestra valentía en Dios!
Fuente: Jesuits Global