A partir del jueves 16 de diciembre comenzaron a llegar a El Salvador, para vivir la experiencia del Mes Arrupe, diecinueve escolares teólogos que están distribuidos entre los tres CIF de teología de la CPAL. Estos compañeros son originarios de diferentes lugares: Guatemala, Venezuela, Haití, Colombia, Argentina, México, Ecuador, Brasil, Italia, Timor Oriental, Perú y Bolivia.
Fueron acogidos en el Centro Loyola donde realizaron toda la experiencia. La sesión inaugural contó con la atinada intervención del Sr. Omar Serrano, Vicerrector de Proyección Social de la UCA, acerca de la coyuntura social de El Salvador, desde una perspectiva histórico-crítica. Además, el P. José María Tojeira, S.J. acompañó la reflexión con una reseña de la historia de la provincia Centroamericana. Ambas ponencias buscaban subrayar el contexto actual de El Salvador y la región, y señalar los desafíos a los que los jesuitas estamos llamados a responder.
Del 20 al 24 de diciembre se desarrolló el Taller del Sacerdocio, acompañado por el P. Luis Valdez Castellanos, S.J., actual encargado para la formación en la CPAL. Contaron con la presencia y el testimonio sacerdotal de jesuitas de la provincia Centroamericana: el P. José María Tojeira, S.J. y el P. Fidel Sancho, S.J., además de la ponencia de una pareja de laicos, que expusieron sus puntos de vista sobre cuáles son las fortalezas y debilidades del sacerdocio actual.
Del 27 al 31 de diciembre se desarrolló el Taller de Sexualidad, dirigido por el jesuita P. Kevin Flaherty, S.J., y del 4 al 13 de enero fueron los Ejercicios Espirituales, en modalidad personalizada. Para esta experiencia, se unieron al equipo de acompañantes los jesuitas P. Miguel Martins, S.J. (Brasil), P. José Darío Rodríguez, S.J. (Colombia) y P. Carlos Manuel Álvarez (CAM).
La experiencia del Mes Arrupe contó, como de costumbre, con el acercamiento profundo a los lugares martiriales: El Paisnal, donde asesinaron al Beato Rutilio Grande y sus compañeros; Jardín de las rosas (UCA), donde asesinaron a los jesuitas en 1989; y el Hospital de la Divina Providencia, donde derramó su sangre San Romero de América, en 1980. Sin duda, la visita de estos lugares generó un ambiente de profunda devoción entre los escolares teólogos y marcó la pauta para las reflexiones de toda la experiencia.
Carlos Herrera G., S.J.