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La comunidad educativa del Liceo Javier, en Guatemala, reafirma constantemente su compromiso con la formación integral de sus estudiantes. Ejemplo de ello es la celebración de espacios de reflexión impregnados de espiritualidad con inspiración ignaciana. Además de potenciar una tradición en el colegio, buscan que Jesús resucitado siga creciendo en el corazón de cada persona de la comunidad educativa.

 

Comunicación y Marketing Liceo Javier – Comunicaciones PROCAM

El Liceo Javier, en Guatemala, celebró la Pascua de Resurrección de Jesús el 5 de abril a través de alfombras, expresiones de alegría festiva y convivencia colaborativa. La comunidad educativa en su totalidad se unió para conmemorar este evento religioso que ya es una tradición para el colegio.

Desde tempranas horas de la mañana, padres de familia, estudiantes, educadores y personal del colegio se congregaron para participar y elaborar cada una de las alfombras por las cuales pasaría Jesús resucitado. El espíritu de colaboración y unidad se manifestó en cada rincón del Liceo Javier. Posterior a esto, los estudiantes cargaron a Jesús resucitado en una procesión que mantiene viva la tradición católica.

Durante la celebración los asistentes participaron en espacios de reflexión que les permitieron conectarse con el significado espiritual de la Pascua de Resurrección. El compromiso de toda la comunidad educativa del Liceo Javier con la formación integral de los estudiantes quedó patente en cada detalle de esta celebración. También reafirmó el compromiso de educar en valores que trascienden lo académico.

Mantener vivas estas tradiciones enriquece a la comunidad educativa a través de la convivencia basada en referentes comunes. En este caso, el centro de la celebración fue Jesús de Nazaret, hijo de Dios.

Además, hubo varios rasgos de la espiritualidad ignaciana que se hacen presentes durante la celebración de la pascua de resurrección: la oportunidad de encuentro y relación entre miembros de distintos sectores de la comunidad educativa permitieron encontrar a Dios en otras vivencias, en los materiales y en el ambiente.

Acompañar la imagen de Jesús Resucitado hizo sentir su presencia y vínculo con la Iglesia que hoy nos orienta.  Otra característica de la espiritualidad ignaciana presente en la celebración fue la unión de ánimos a través de la convivencia informal, elaborando las alfombras, erigiendo un altar, preparando un gesto hacia el resucitado.