La vida del cristiano es pascual o no es. Solo sumergida en la pasión, muerte, resurrección y ascensión del Señor Jesucristo es vida nueva. Cristo es nuestra Pascua y nuestra Vida.
En el arte cristiano del mosaico esto es perceptible de distintos modos. Los distintos materiales, cada uno a su modo, han realizado un «éxodo». Dos ejemplos: la piedra y el vidrio. Es muy común abrir con el martillo o las tenazas la piedra y comprobar cómo un día fue material vivo: árboles, hojas, caracolas, peces, insectos… Lo que una vez participó de la vida biológica y hoy es fósil, con el trabajo del artista y por la acción del Espíritu Santo «resucita» en el arte y se convierte en Palabra de Vida para quien tiene ojos luminosos. El vidrio, al igual que la terracota, la porcelana, la cerámica o el esmalte, tienen su origen en la arena y en distintos tipos de tierras. El milagro del fuego lo cambia de estado sólido a líquido, para de nuevo solidificarse adquiriendo una estructura nueva, una consistencia diferente, un color a veces inesperado. Se podría pensar que no es el mismo material que en su origen, pero sí es el mismo, solo que con una «vida nueva».
Los ejemplos son interminables. Mi vida como bautizado y como cura artista es igualmente pascual, y la Providencia me ha permitido ser más consciente de esta novedad de vida al compartir esta experiencia con los artistas cristianos con los que transcurren mis días. También el grupo de artistas con los que trabajo es una especie de mosaico: «teselas» provenientes de diferentes países, con distintas culturas, tradiciones, idiomas, gustos, pareceres, etc. La caridad es el cemento que nos une y hace que el mosaico sea bello. La verdadera caridad no es bucólica sino pascual, muy pascual. Sucede lo mismo que a los granos de trigo recogidos de distintos campos y triturados en el molino como en un Getsemaní (etimológicamente, prensa de aceite), hechos masa panadera con el agua y la sal (memoria del Bautismo), y envueltos en el horno por el fuego como en Pentecostés; sólo a través de esta «pascua» llegan a ser un pan que, por la acción del Espíritu Santo es Cuerpo de Cristo en la Eucaristía. Así la Iglesia, así cada comunidad eclesial, así cada bautizado.
La Vida nueva que los cristianos hemos recibido como un don precioso y no como una conquista, es la que cada uno expresa en lo que es, hace y vive. El panadero en el pan, yo en el mosaico.
Fuente: Pastoral SJ