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Ha transcurrido poco más de una semana desde que cinco jóvenes de cuatro países diferentes junto con el promotor vocacional de Centroamérica nos pusimos en camino para vivir la experiencia de Pre-Noviciado 2024, con la que buscamos confirmar la vocación a la que hemos sido invitados por el Señor de la vida, contribuyéndole en la realización de su proyecto de amor.

 

Por Prenovicios 2024

 

Ligeros de equipajes, pero con un corazón cargado de agradecimiento y abierto a las sorpresas que vienen de Dios, nos reencontramos en Honduras, tierra de tantos hombres y mujeres que han hecho vida el evangelio, uniendo su sangre a la de Jesús, siendo un ejemplo de ello, la lideresa ecológica Berta Cáceres, quien se ofrendó en favor de la conservación de la Casa Común.

Al llegar a Honduras compartimos una noche con la comunidad jesuita en Progreso, con ellos pudimos descubrir que la misión de acompañar a quienes viven en vulnerabilidad social es signo de alegría y confianza en el que todo lo hace, además, no faltaron las tertulias, análisis de las realidades socio políticas de nuestras naciones y uno que otro consejo para vivir con plenitud, libertad y confianza en Jesús esta primera etapa del “largo pero bonito camino que les espera“. También tuvimos un primer acercamiento con la psicóloga de la provincia, quien sería la facilitadora de los primeros talleres de formación de la experiencia.

   Continuamos nuestro recorrido en comunidad, compartiendo la vida, contemplando la creación que nos recibía y haciéndonos unas cuantas bromas con las jergas propias de nuestros países de origen. No sentimos el camino, el Espíritu de comunidad alimentaba el entusiasmo de aquella mañana calurosa. Llegamos, fue la primera impresión del grupo al leer un rotulo colorido con la palabra Yoro y un subtitulo que decía “la ciudad de la lluvia de peces”, dando origen a muchas preguntas que fueron contestadas por el Padre Martín que anteriormente ya había hecho misión por estas tierras.

Hicimos un pequeño recorrido improvisado, conociendo el parque central, la parroquia, la radio Loyola-Boanerges, y nos ganamos unas cuantas miradas de las personas que transitaban. Después de todo, llegamos al CASIL, un centro de la parroquia Santiago Apóstol donde se capacitan los y las agentes de pastoral de todos los sectores que hacen vida el peregrinar de la Iglesia por Yoro. Éste sería el lugar de acogida de estos primeros meses, aquí iniciaríamos a escribir nuestra historia.

Una vez instalados en nuestras habitaciones, reconocer cada una de las áreas de nuestra nueva casa, distribuirnos las tareas, hacer un poco de limpieza y conversar con las personas encargadas de su cuidado, comenzaron a trascurrir los días de la primera semana de pre-noviciado.

   Durante estos días hemos fortalecido el sentido humano-espiritual por medio de las celebraciones eucaristías participativas, oraciones comunitarias, exámenes al terminar los días, compartir de los alimentos, trabajado conjunto en las tareas de la casa, asimismo, de la mano de la psicóloga de la provincia trabajamos en la exploración de nuestras vidas y realidades que se vuelven contrarias al Reino de Dios, entre ellas, autoconocimiento, conexión con nuestros cuerpos, la búsqueda de la des culturalización de la violencia, la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, el buen uso del poder en la vida religiosa, el respeto a la dignidad de quienes integran la misión de la Compañía, rompimiento de los tabúes respecto a la sexualidad, salvaguarda como herramienta de cuidado, protección y respeto a los Derechos Humanos, y la necesidad de auto cuidarnos para poder acompañar a otros.

También nos acercamos a la teología popular que germina de las comunidades que conforman los diversos sectores de la parroquia, en sus rostros, reflexiones, compartir y luchas nos dieron a conocer una iglesia cercana, humanizada, des construida y alegre de mostrar el rostro humano  de Jesús, el que está  íntimamente unido a sus vidas y cotidianidad. Fuimos a las comunidades a aprender, porque el evangelizar y hacer Reino de Dios resulta una fiesta para generaciones de generaciones que mantienen la iglesia en Yoro.

   A poco más de una semana de experiencia de pre-noviciado solo nos queda agradecer a nuestro Rey Eternal por tanto bien recibido, permitiendo encontrarlo en lo sencillo y en su paso por nuestras historias de vidas que siendo imperfectas están dispuestas a colaborarle en la propuesta que Él mismo ha iniciado. Seguimos amando y dejándonos amar.