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Panamá

El 12% de la población panameña es indígena. Pertenece a siete pueblos originarios, entre ellos los ngäbe y los buglé. Las mayores reservas forestales y de agua para hidroeléctricas están conservadas en las cinco comarcas indígenas del país. Ofrecemos a nuestros lectores unas pinceladas que muestran que en el más reciente conflicto de resistencia y represión vivido por el pueblo ngäbe contra el gobierno panameño en lucha por sus tierras han salido a la luz las raíces profundas de una historia de racismo y exclusión.

Noam Chomsky, en su homenaje al insigne Howard Zinn, habla de los acontecimientos de la no-historia. Se refiere a hechos y a personas a quienes, según los criterios del mercado no se les considera importantes en la historia. En realidad, son la gente que hace la historia.

En Panamá se desarrolla un drama con relación a estos “no-historia” desde hace muchos, muchísimos años. Las crónicas de los vencedores -de los que ahora se dicen dueños de las monedas de la fragata ‘Odissey’- cuentan que Urraká, jefe ngäbe murió en sus tierras, molesto por no haber podido derrotar al invasor.Son esas mismas tierras las que hoy el pueblo ngäbe y el pueblo buglé tratan de defender de la depredación y voracidad minera de canadienses y panameños.

FEBRERO 2012:

SE CANSARON DE ESPERAR

Después de un año de espera, los indígenas ngäbe se hartaron de esperar. En el entretanto, hubo promesas nuevas, muchos “sí, pero todavía no”, varios “espérate un poquito”, sonrisas despreciativas, desaires. Y cuando no aguantaron más cerraron la carretera interamericana. Seis días pasó la vía cerrada. El gobierno, en su estrategia de “vamos a cansar a estos tontos borrachos”, no cayó en la cuenta de que estaba tratando con gente que lleva en sus hombros miles de años de espera y aguante. Al final, con gran despliegue militar, el “ejército” panameño -aunque por ley no hay ejército en Panamá- arremetió contra los indígenas: dos asesinados, múltiples heridos, presos, mujeres violadas, muchos golpeados, el dolor y la humillación de siempre.

A través de sus sacerdotes, religiosas y obispos, la iglesia católica intervino para mediar y promover un diálogo. Hubo diálogo, pero con mucha confusión. Habló el gobierno de “áreas anexas” y diputados y ministros se burlaron, diciendo algo absurdo: que “los indios” quieren que la energía eléctrica sea más costosa para todos. Lo peor es que hay gente en Panamá que cree esta tontería.

Las llamadas “áreas anexas” -Cerro Pelado, el Bale, el Piro, Alto de Jesús y otras áreas- son lugares que forman parte de la Comarca indígena, aprobada en 1997. No son nada nuevo. Son una especie de “islas” que no guardan continuidad con el territorio comarcal, pero que son parte de él. La Ley 10 de 1997, que creó la Comarca, fue una propuesta muy disminuida que concedió el gobierno de entonces y que dejó fuera a muchas comunidades ngäbe y buglé. Igual sucedió con la Comarca Emberá-Wounaan. Son las comunidades adyacentes a la Comarca, que colinda con ella y que quedaron fuera de los límites por intereses económicos y políticos, no por el interés del pueblo indígena.

Estén fuera o estén al lado, las comunidades merecen respeto. Toda la normativa internacional -por ejemplo, el Convenio 169 de la OIT, que el gobierno no ha querido ratificar- habla de la consulta libre, previa e informada en el caso de proyectos que afecten las comunidades. Esto no se ha hecho en el caso de Barro Blanco, hidroeléctrica en construcción. Informar no es lo mismo que consultar. Además, hay información que aclara que no necesitamos realmente las hidroeléctricas que el gobierno tanto anhela y pregona.

1803: DESDE ENTONCES

Y DESDE ANTES

En septiembre de 1893,en una carta dirigida al obispo de Panamá desde Peña Blanca, el señor Basilio Ruis Zurdo denunció que el alcalde de Tolé “tiene la hasienda en la montaña de la sierra y todos los yndios que está besino de esta hasienda le ha quitado todos los ganayto… Está tropellando mi familia y tiene mi gente en el sepo y sin motivo y tuciama y forza pobre chola… y se ha enriquecido con el sudor de los yndios”.

Suenan a quejas “modernas” y no a las de hace más de un siglo. Desde entonces -y desde antes- los ngäbe de esa zona están luchando y denunciando. El problema son nuestros oídos que no escuchan.

1950 – 1975:

DESPOJO Y RACISMO

En agosto de 1950 se reportó que un latino de Tolé (Chiriquí) “se tomó” un terreno de 15 hectáreas en la comunidad de Ibiarabotdä (actual Comarca), alegando que estaba sin cultivar, aunque la gente sabía a qué familia pertenecía el terreno. A otro ngäbe de la misma comunidad, otro latino de Tolé le “cambió” un terreno por “una manta de dril”. Hay también otras historias de la misma época que narran del cambio de un terreno por “un saco de sal”.

Son historias que se podrían extender al infinito sobre cómo ha sido el despojo continuo, permanente y criminal, de las tierras indígenas en esta zona. Así llegamos al momento en que el gobierno cedió en delimitar tierras, aunque ya muy disminuídas.

“Mire usted” -me dijo en 1975 un señor de Tolé, muy convencido de “su verdad” y desde la “autoridad” que le dan sus años y el tiempo de vivir cerca de la Comarca- “la solución para acabar con la manera de pensar del indio es cruzar a las indígenas con un poco de universitarios y así hacerlos cambiar”.

Se me revolvieron las tripas al escucharlo. Y lo peor es que ese señor ocupó un cargo en el ministerio de educación del país. Y esto ya no en tiempos de la Colonia. Escuché esto en una investigación que hice sobre problemas de tierras en esta zona de la comarca. Me convencí entonces de las actitudes racistas, discriminadoras, absolutamente anticristianas de muchos ganaderos de la zona.

1979: 18 AÑOS ESPERANDO

En marzo de 1979 dijo muy convencido un ministro de Gobierno: “Tengan por seguro que pronto, muy pronto, tendrán la Comarca”. Hubo aplausos entusiastas del público. Lo escuché con desconfianza y me cuestioné si sería posible tanta belleza, ¿Creería lo que estaba diciendo?

Ese año estuve en el Congreso General Ngäbe, en Kankintu, en plena selva del Krikamola (Comarca Ngäbe). Había caminado cuatro días, junto con otros, desde el otro lado de la montaña. Llegué “molido” pero contento de que con 32 años pudiera hacer ese recorrido. Iba ilusionado con la aprobación de la ley de la Comarca para poder defender la tierra e impedir la explotación de oro y cobre en Cerro Colorado.

Iluso de mí, por creer que los gobiernos ceden así nomás. Tendrían que pasar unos 18 años para lograr un territorio bastante menor que el que el pueblo ngäbe pedía y muchas comunidades quedarían fuera de la Comarca.

En octubre de 1990 me preguntó una maestra con sencillez: “¿Y usted habla ‘eso’? Yo llevo siete años aquí y no sé ni saludar en dialecto”. Se refería a que yo intentaba hablar en ngäbere con los niños en la escuela. La maestra no era una excepción.

¿Cuántas escuelas bilingües hay en la Comarca Ngäbe-Buglé? ¿Cuántos maestros bilingües hay formados? Apenas en 2010 se aprobó una ley que reconoce las lenguas y alfabetos de los siete idiomas indígenas de Panamá (Ley 88). ¿Por qué todo tiene que ser así: a la fuerza, a presión, después de años de protestas?

MARZO 1997:

UNA FECHA INOLVIDABLE

No sé si muchos en Panamá recordarán la fecha (7 de marzo de1997), pero para los ngäbe y buglé es inolvidable. Ese día, por fin, se definió legalmente la Comarca. Fueron hermosas y proféticas las palabras del hermano obispo Ganuza en ese momento:

Señor, Padre y Madre de todos los pueblos, hoy te invocamos con los nombres de Ngöbö y Chubé, con los que siempre te reconocieron y te invocaron nuestros abuelos. Tú eres el creador de los ríos y los valles, de los cerros y las nubes, del sol y la luna.Tú rompes los cántaros del cielo y viertes agua abundante en la selva y el potrero. Tú creaste al hombre y a la mujer primeros, y por ellos a los habitantes de estas tierras y estos ríos, a los ngäbe y a los buglé, tus hijos. Les ordenaste que cuidaran este reino natural, donde corre el venado y se esconde el conejo de monte. Donde el suelo protege metales preciosos, regalo tuyo y propiedad del pueblo. Les dijiste, con el rumor del viento que corre por los montes, que trabajaran la tierra, que cuidaran su cultura y estrecharan las manos de todos, sin dejar de ser ellos mismos.

2003: SIN PRESIONES TODAVÍA

Voy subiendo la “loma larga”. Ya no aguanto. Tengo que rebajar, me digo. Cada treinta metros me detengo a tomar aire. Una de las hermanas va unos cien metros adelante y a la otra ya la perdí de vista. Al llegar a Santa Fe, he caminado no sé cuántos kilómetros pero demoré cinco horas y sudando más de la cuenta… Ya no tengo treinta años, casi llego al doble. Veníamos del Centro Misionero “Beata Laura Montoya”, en la comunidad de Alto Ortiga (Santa Fe, Veraguas), donde trabajan desde 2001 las Hermanas Lauras. Ahí tuvimos un taller de dos días sobre la Ley 10 de la Comarca Ngäbe-Buglé.

Iniciamos el taller y cuando hablé en ngäbere, me dijeron que entendían algo pero que ninguno era ngäbe. Todos eran buglé. No lo esperaba, pero me agradó. Estaban organizados en comunidades buglé fuera de la Comarca, tenían sus autoridades y su Congreso. Desde Guabal hasta la costa, entre los ríos Calovébora y Guázaro, son comunidades buglé. Claro que también hay comunidades buglé y ngäbe más allá, hasta el río Belén y aún más lejos. ¿Por qué quedaron fuera de la Comarca? Por intereses políticos y económicos. Los poderosos de Santa Fe no querían ‘indios’ en esas tierras.

No habían llegado aquí todavía las “presiones” hidroeléctricas porque los caminos son muy malos o no existen. Pero el potencial es grande y seguro que ya lo saben los negociantes de “lo nuestro”.

2010: LLEGÓ LA HIDROELÉCTRICA

Toda la noche se escucha un zumbido como si fueran abejas gigantescas que siguen trabajando sin luz. Son los camiones, que andan día y noche terminando la hidroeléctrica Chan-75. Me hospedo en la casa de un amigo, pero duermo poco pensando en cómo ha cambiado la vida de esta gente de Valle Riscó (Bocas del Toro).

Han vivido en un lugar casi paradisíaco -aunque de difícil acceso- con un gran río al lado, muchos platanares, cacaotales, madera en abundancia, caza, pesca, siembros de toda clase. Ahora ya tienen una buena carretera, pero sufren una verdadera invasión: camiones y más camiones, cemento y más cemento, gente y más gente y una muralla -la represa- de muchos metros de altura… Todo esto traerá muchos efectos, que no entienden todavía.

¿Y los siembros? “Tuvimos que dejarlos, nos dieron cualquier cosa por ellos”. ¿Y las comunidades? “Dicen que las van a trasladar”. ¿Cómo aguantan tanto ruido día y noche? Silencio. ¿Y van a tener energía eléctrica? “Quién sabe…” ¿Cómo aceptaron esto? “Nos prometieron muchas cosas, pero…”

Son otras comunidades, que quedaron fuera de la Comarca, las que han solicitado títulos de derecho posesorio, pero se los negaron porque era Parque Nacional (Bosque Protector Palo Seco). Sin embargo, el gobierno de turno le dio un buen número de hectáreas a la empresa hidroeléctrica… en ese mismo Parque Nacional.

En octubre de 2010 ando conociendo y apoyando un poco. ¿Cómo se llama aquí? Barranco Adentro, me dicen. Estamos cerca de la frontera con Costa Rica. Vamos a celebrar la Eucaristía con el grupo de la comunidad católica. Nos reunimos en la casa que sirve de escuela, de centro de formación, de capilla, de salón de Cáritas, de todo. Empiezo a hablarles en ngäbere. Al principio, risas y extrañeza de que un ‘gringo-ruso’ les hable en su idioma. Todos son ngäbe. Hay aquí unas 200 casas. Son gente que trabaja o trabajó en las fincas bananeras, que han bajado de la montaña buscando trabajo y estudio. Por supuesto, tampoco son parte de la Comarca.

2011: PROTESTAS Y REPRESIÓN

En febrero estamos en Tolé (Chiriquí) en un taller para aprender el ngäbere y profundizar en la cultura, pero no estamos tranquilos. El día anterior hubo represión en la zona de San Félix. Los ngäbe estaban protestando durante varios días contra una ley minera que de manera inconsulta legaliza la explotación de un yacimiento de oro y cobre en pleno corazón de la Comarca. Ya hay un asesinado, apresados, heridos, apaleados. Como siempre, humillados y ofendidos.

Con la mediación de la iglesia católica se logró firmar un acuerdo: no habrá explotaciones mineras en la Comarca y se van a cuidar los recursos hídricos y forestales. Pero se va a negociarla ley “especial”.


FEBRERO 2012:

INICIA OTRO CAMINO

Desde el 8 de febrero se inició un “diálogo” entre el gobierno y los indígenas, con la iglesia católica como intermediaria y otras personas como testigos. Increíblemente, el diálogo fue interrumpido para que “todos” pudieran ir a los carnavales, institución la más seria en Panamá. Los indígenas aprovecharon para reunirse en las comunidades. Otros se quedaron en vigilia frente a la Asamblea Nacional.

Es difícil dialogar con quienes hace menos de un mes han matado y herido a familiares y amigos, han violado mujeres, han golpeado e insultado y ni siquiera han pedido perdón.

El diálogo debe sustentarse en el respeto, en la equidad, debe tener una verdadera participación, que tenga como base la aceptación de las diferencias culturales e incluso las políticas. Debe ser un diálogo que tenga como objetivo fundamental la Vida en abundancia para todos.

¿Qué saldrá de todo esto? Aun sin estar optimista lo cierto es que es el inicio de otro camino: la construcción de bases, aunque sean pequeñas, para una sociedad intercultural, multiétnica, con respeto, con justicia, fuera y dentro de la Comarca.

En julio de 1989 dijeron en su proclama los indígenas en Bolivia “Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”. Creo que los indígenas en Panamá ya no deben, no pueden, no quieren guardar silencio.

Jorge Sarsanedas, S.J.

MIEMBRO DE LA COORDINADORA NACIONAL DE PASTORAL INDÍGENA.

Noticia tomada de: http://www.envio.org.ni/articulo/4490

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