Por: Rolando E. Herrera Sánchez
El 26 de junio del presente año, se llevó a cabo en el Auditorio Monseñor Romero del Colegio Externado de San José, un foro denominado “La Educación Jesuita en El Salvador”, como parte de las actividades conmemorativas de los cien años de fundación de dicho centro de estudios. La finalidad perseguida con este foro fue la de generar un espacio de reflexión y evaluación sobre la trayectoria, el trabajo en el contexto actual y los retos que enfrentan cada una de las instituciones dedicadas a la educación, ligadas a la Compañía de Jesús en nuestro país. Representando a dichas obras educativas estuvieron presentes el P. Andreu Oliva, s.j, rector de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, UCA, el licenciado Alejandro Calderón Tobar, director nacional de Fe y Alegría El Salvador y el P. Jaime Renán Parra Sugaste, s.j., rector del Externado de San José. Como moderador, fungió Rolando Herrera Sánchez, coordinador académico general del Externado.
La primera pregunta que respondieron los panelistas, giro en torno al pasado de sus instituciones: ¿qué experiencia pasada representó un gran desafío, pero a la vez reforzó los ideales de la institución que representan? El P. Andreu, fue el primero en responder, señalando que el asedio constante que sufrió la UCA durante la década de los años 80, y que culminó con el asesinato de los seis sacerdotes jesuitas y sus dos empleadas en noviembre de 1989, fue la experiencia que reafirmó la orientación de la universidad: la lucha por la justicia desde la inspiración cristiana y la promoción de la fe. Por su parte, Alejandro Calderón reflexionó en torno a la fundación de la primera escuela que se fundó en El Salvador en 1970, en la comunidad La Chacra, que a su juicio denota el sentido de lo que Fe y Alegría debe ser como centro de la comunidad. Finalmente, el P. Jaime, reflexionó sobre las tensiones que suscitó al interior del Externado, en la década de los años 70, la apertura del turno vespertino para dar oportunidad de estudios a niños provenientes de familias con escasos recursos y que llevó a la institución a replantearse como tal.
La segunda pregunta, se centró en el presente: en el contexto de la pandemia, ¿Cómo ha respondido su institución para desarrollar su trabajo y cuál ha sido su principal reto? En este caso, los tres panelistas coincidieron en sus respuestas al señalar que no estaban preparados para hacer un salto tan drástico y repentino a la virtualidad. También hablaron del impacto en los diferentes órdenes institucionales que esto supuso: desde deserción por parte del estudiantado por no contar con los medios para seguir las clases en línea, hasta problemas económicos derivados de la interrupción de los programas formativos. Sin embargo, también hicieron hincapié en las oportunidades surgidas a raíz de esta crisis. Alejandro Calderón, de Fe y Alegría, hizo notar que han diversificado su oferta de formación técnica y expandido su alcance; el P. Jaime, del Externado, hizo notar el fortalecimiento de las competencias de aprendizaje virtual por parte de los chicos, así como la búsqueda de nuevas formas de acompañamiento y formación centrada en valores. El P. Andreu, de la UCA, por su parte, hizo una descripción pormenorizada de los retos que han enfrentado y la búsqueda de soluciones para la conectividad y el mantenimiento de la calidad.
La tercera y última pregunta, trató del futuro de las instituciones educativas jesuitas: ¿Cómo visualizan la adaptación de su estilo educativo a las nuevas tecnologías, las redes sociales y la digitalización del conocimiento? El P. Jaime fue el primero en responder, haciendo notar que las competencias virtuales son una oportunidad para luchar contra los vicios informáticos. También señaló que los valores humanos y cristianos deben transparentarse en las redes sociales; en otras palabras, que es preciso trabajar a favor de una ética de la información digital. En su respuesta, el P. Andreu coincidió con lo dicho por el P. Jaime, agregando que la coyuntura ha demostrado que la educación virtual puede ser de calidad. Además, lanzó dos preguntas retadoras: ¿cómo combinar lo presencial y lo tecnológico sin perder nuestra esencia educativa? ¿Debe abrirse nuevas ofertas en la educación virtual luego de que pase la pandemia? Alejandro Calderón señaló cómo los medios virtuales han significado descubrir una ventaja y adaptarse a las nuevas realidades. No obstante, razonó que el ciberacoso o ciberbullying es un peligro que debemos enfrentar.
El foro concluyó con algunas reflexiones en torno a los aportes que el estilo educativo de la Compañía de Jesús puede brindar al país. Los ponentes resaltaron que el mayor aporte es formar en las cuatro ces, que los padres generales han detallado en numerosas alocuciones y que sirven para delinear la “excelencia humana” a la que deben tender nuestros estudiantes: personas conscientes, competentes, compasivas y comprometidas. Ese es nuestro ideal y al que debemos seguir aspirando.