P. Ismael Moreno, S.J., nos invita a reflexionar como fieles para ser «manos y pies» del Papa León XIV en el seguimiento a las tareas que nos irá regalando en su Pontificado en sintonía con la tradición eclesial, la vocación evangélica y el legado de Francisco.
El presente siglo está siendo testigo de profundas y constantes transformaciones. Es el siglo de las “cosas nuevas”. Así como lo fue en siglos pasados el invento de la imprenta y los agitados cambios que impactaron a la humanidad con las llamada revolución industrial en la segunda mitad del siglo diecinueve. Así y todavía con mayor velocidad asistimos a las transformaciones que representan esta era digital, la avalancha de la inteligencia artificial con sus procesos de exclusión de millones de ser humanos condenados a vivir arañando desde las periferias.
El Papa Francisco situó a la Iglesia en estas velocidades tecnológicas y nos colocó con una evangelización que asume las grandes temáticas desde la porción de la humanidad perdedora. Así lo dejó en su magisterio con sus encíclicas y exhortaciones apostólicas. Con ellas y con sus diversas intervenciones, animaciones y sus gestos testimoniales, el Papa Francisco abrió la vida de la Iglesia a las tareas por la paz, el cuidado y defensa de la Casa Común, a una lectura del Buen Samaritano como modelo del compromiso desde la periferia, la denuncia y lucha contra todo tipo de abuso de autoridad, sexual y de poder dentro de la Iglesia y la apertura a la participación de las mujeres en la vida y decisiones en las estructuras eclesiales. Nos convocó a vivir y asumir estas tareas desde la sinodalidad, desde hacerlo y caminar juntos y la horizontalidad.
Al Papa León XIV toca recoger el legado de Papa Francisco y darle su impronta. No esperemos que será igual que su predecesor. Ni lo buscamos ni él lo quiere. Ha de ser él mismo si en efecto busca ser fiel a la tradición y magisterio apostólico dejado por su amigo Francisco. No esperemos el mismo ritmo, sin duda tendremos la serena continuidad de una Iglesia a la que Francisco supo colocar en diálogo con los grandes problemas y temáticas del siglo veintiuno desde el respeto y fidelidad al magisterio eclesial y en última instancia al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
El Papa León XIV ya tiene su sitio, y confiamos que sabrá estar a la altura del magisterio eclesial y a tono con los signos de los tiempos. Nos toca a nosotros, los fieles, tanto el clero como el laicado, saber encontrar nuestro sitio para estar a tono con el fecundo legado de Francisco y con las invitaciones que nos haga el Papa León XIV. Nos toca ser sus manos y sus pies en el seguimiento de las tareas que nos irá regalando en sintonía con la fidelidad a la tradición eclesial y nuestra vocación evangélica.
Lo cierto es que el Papa León XIV decidió llamarse así inspirado por el magisterio eclesial de su antecesor León XII quien abrió las puertas de la Iglesia a dialogar con las “cosas nuevas” de un mundo industrial en auge y con una clase trabajadora amenazada por las presiones de los altos empresarios industriales, las bajas condiciones salariales y de vida, y por el abandono e indiferencia de la Iglesia. El Papa León XIV tendrá su serenidad en recoger el legado de Francisco. Pero ya nos ha convocado a que estemos “prestos y diligentes” a responder con audacia, creatividad y compromiso apostólico a las “cosas nuevas” del presente siglo.