Evangelio del día, Juan 6, 52-59
“Los judíos discutían entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer carne? Jesús les dijo: En verdad les digo que, si no comen la Carne del Hijo del Hombre y no beben su Sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi Carne y bebe mi Sangre vive de vida eterna, y Yo lo resucitaré el último día. Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida. El que come mi Carne y bebe mi Sangre permanece en Mí y Yo en él. Como el Padre, que es vida, me envió y Yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por Mí. Este es el Pan que ha bajado del cielo. Pero no como el de sus antepasados, que comieron y después murieron. El que coma este Pan vivirá para siempre. Así habló Jesús en Cafarnaúm enseñando en la sinagoga”.
Palabra del Señor.
Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.
El que coma este pan vivirá para siempre
Jesús es para todos nosotros el Pan de Vida Eterna. Nos nutrimos de Él a través de su Palabra y también por medio de la Eucaristía. Lo que recibimos de Jesús es vida eterna, es el camino mismo que nos lleva a la resurrección al final de los tiempos que desde ya estamos haciendo nuestra por medio de una vida de fidelidad a su Proyecto del Reino. La promesa de vivir para siempre ya nos ha sido dada por Dios, depende de nosotros si la aceptamos o rechazamos.
Si yo me nutro del Cuerpo del Señor, lo estoy haciendo con la plena convicción de que Él está siendo para mí, la vida verdadera, la que no tiene final, la que desde este momento voy haciendo mía y así poder vivir para siempre en la presencia del Señor. Nadie me puede quitar el Pan que Dios me da, solamente lo hago yo, por decisión personal, y esto se da porque me aparto de vivir en fidelidad a la Palabra del Señor que me conduce a una vida fiel y responsable.
¿Qué hago desde ahora para hacer mía la vida verdadera prometida por Dios?, ¿qué considero que es aquello que me aparta de obtener la vida verdadera que Dios me ha prometido?