Evangelio del día, Juan 8, 31-42
“Jesús decía a los judíos que habían creído en Él: Ustedes serán verdaderos discípulos míos si perseveran en mi Palabra; entonces conocerán la Verdad, y la Verdad los hará libres. Le respondieron: Somos descendientes de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices ustedes serán libres?
Jesús les contestó: En verdad, en verdad les digo: el que vive en el pecado es esclavo del pecado. Pero el esclavo no se quedará en la casa para siempre; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por tanto, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres. Yo sé que ustedes son descendientes de Abrahán, pero mi Palabra no tiene acogida en ustedes, y por eso tratan de matarme. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre.
Ellos le cortaron la palabra: Nuestro padre es Abrahán. Entonces Jesús les dijo: Si ustedes fueran hijos de Abrahán, actuarían como Abrahán. Pero viene Alguien que les dice la verdad, la verdad que he aprendido de Dios, y ustedes quieren matarme. Esta no es la manera de actuar de Abrahán. Ustedes actúan como hizo su padre. Los judíos le dijeron: Nosotros no somos hijos ilegítimos, no tenemos más que un solo padre: Dios. Jesús les replicó: Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían a Mí, porque Yo he salido de Dios para venir aquí. No he venido por iniciativa propia, sino que Él Mismo me ha enviado”.
Palabra del Señor.
Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.
Conocerán la verdad y la verdad os hará libres
Conocer la Verdad, a la que se refiere Jesús, es que lo conozcamos a Él Mismo, pues Él es la Verdad por excelencia; si lo conocemos a Él, tendremos claridad de por dónde orientar nuestras vidas, pero si no lo conocemos en profundidad, andaremos divagando en búsqueda de nuevas maneras de vivir, que muy probablemente nos apartarán del camino del Señor. Solamente si permanecemos en la Verdad que Jesús nos presenta, podremos llegar a ser plenamente libres.
Yo no puedo decir que soy libre, solamente porque hago todo cuanto se me antoja, así sea una forma desordenada de vida; soy plenamente libre cuando procedo de manera responsable, no cuando realizo lo que quiero, que podría ser de una manera egoísta y caprichosa. Soy libre, si vivo desde la verdad de Dios que hay mi corazón, lo que me llevará a hacer todo según el modo de proceder con el que el Señor llevó adelante su vida en todo momento.
¿Cómo he vivido hasta ahora la libertad que Dios ha dado a mi vida?, ¿veo coherencia entre mi libertad y la responsabilidad con la que he actuado a lo largo de mi vida?