Evangelio del día, Juan 6, 44-51
“Nadie puede venir a Mí si no lo atrae el Padre que me envió. Y Yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los Profetas: Serán todos enseñados por Dios, y es así como viene a Mí toda persona que ha escuchado al Padre y ha recibido su enseñanza. Nadie ha visto al Padre: sólo Aquel que ha venido de Dios ha visto al Padre. En verdad les digo: El que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Sus antepasados comieron el maná en el desierto, pero murieron, aquí tienen el Pan que baja del cielo, para que lo coman y ya no mueran. Yo soy el Pan Vivo que ha bajado del cielo, el que coma de este Pan vivirá para siempre. El Pan que Yo daré es mi Carne, y lo daré para la vida del mundo”.
Palabra del Señor.
Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.
El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo
Jesús nos deja muy claro que la entrega de su vida, no solo en el momento de su crucifixión, sino en el día a día de su existencia, es para dar vida al mundo entero. El Señor se entrega al servicio del Reino de Dios totalmente, sin reservas, sin dejar nada para Sí-Mismo, cumpliendo de esta manera la misión encomendada por el Padre, que consiste en proclamar un Reino de paz, de amor, de fraternidad, de comunión, de inclusión total sin dejar a nadie fuera por ningún motivo.
Jesús me da vida continuamente, pues Él, siendo el Pan del Cielo, me alimenta a través de su Palabra y también por medio de la Eucaristía en donde se hace presente en su Cuerpo y en su Sangre para llenarme de su Vida. Me pide que yo, de la misma manera, entregue mi vida al servicio de su Reino. Es Dios-Mismo, en la Persona de Jesús, que se me da por entero, se me dona con un amor sin límites, que se me entrega de manera incondicional.
¿Cómo ha sido hasta ahora mi experiencia de la entrega de Jesús a mi vida?, ¿cómo ha sido hasta ahora la entrega que, como seguidor de Jesús, doy a los demás?