Evangelio del día, Marcos 2, 23-28.
“Un sábado Jesús pasaba por unos sembrados con sus discípulos. Mientras caminaban, los discípulos empezaron a desgranar espigas en sus manos. Los fariseos dijeron a Jesús: Mira lo que están haciendo; esto está prohibido en sábado. Él les dijo: ¿Nunca han leído ustedes lo que hizo David cuando sintió necesidad y hambre, y también su gente? Entró en la Casa de Dios, siendo sumo sacerdote Abiatar, y comió los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes; y les dio también a los que estaban con él. Y Jesús concluyó: El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. Sepan, pues, que el Hijo del Hombre también es dueño del sábado”.
Palabra del Señor.
Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.
El sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado
Por el clericalismo farisaico, Jesús es condenado por la institución religiosa, por no cumplir lo establecido por su ley despiadada e inmisericorde; una ley que ellos han acomodado a sus propios intereses personales e institucionales, olvidándose de esta manera, que primero está la compasión y la misericordia frente los hermanos, antes que la imposición rigurosa de la ley. Si bien es cierto que Dios nos pide orden, pero esto no consiste en ser despiadados con los demás.
Yo, sin darme cuenta, también podría estar cayendo en el clericalismo farisaico, cuando condeno sin piedad a otros hermanos, solamente porque no comparto sus modos de ser, de pensar, de sentir; de esta manera, llego a sentirme con la verdad absoluta y procedo en nombre de mi dios juez, implacable, intolerante, que impone su ley sobre aquel que no cumple la rigidez de su pensamiento, porque está abrazado a una religión de preceptos y normas alejadas de la misericordia.
¿Cuándo me he visto con la verdad absoluta condenando a otros en nombre de mi dios juez, implacable e intolerante?, ¿Cómo ha sido mi experiencia con el Dios-de-Jesús, tierno, amoroso, compasivo y misericordioso?