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Evangelio del día, Lucas 6, 36-38

“Jesús dijo a sus discípulos: Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso; no juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les dará, les servirán una medida generosa, colmada, llena, rebosante, pues con la medida con que midan se les medirá a ustedes”.

Palabra del Señor.

Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.

Sean misericordiosos como su padre es misericordioso

Jesús nos revela todo cuanto tiene de su Padre, pues de Él procede y es el Único que lo conoce con exactitud: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo revela” (Mateo 11, 27). Y lo que Jesús nos revela de Dios-padre en todo momento es su misericordia, su compasión, su ternura, su amor que no tiene límites. Si la misericordia es lo que más caracteriza a Dios, Jesús nos pide que lo imitemos en eso, siendo misericordiosos entre nosotros en todo momento.

Si yo no soy misericordioso con mis hermanos, no puedo considerarme un seguidor de Jesús, pues lo que a Él más le caracteriza es su misericordia para con todos, sin excluir a nadie por ningún motivo; por tanto, mi misericordia para con los demás debe ser como la de Cristo, con un corazón abierto para tratar de entender lo que parece incomprensible, pero que solo puede llegar a comprenderse desde un corazón misericordioso como el del Señor.

¿Cómo ha sido hasta ahora la misericordia que he tenido para con todos mis hermanos?, ¿con quién o quiénes considero que me ha faltado ser misericordioso y que Jesús me pide serlo en estos momentos?