“El documento no va a representar ningún cambio si no hay conversión en la Compañía. Ése es siempre nuestro reto”. Tom McClain SJ, Ecónomo General.
El Consejo Ampliado del Padre General se ha reunido esta semana y ha examinado el trabajo del Comité que revisa las Instrucciones sobre la Administración de Bienes. Hemos disfrutado de la oportunidad de hablar con el Ecónomo General de la Compañía, el Padre Tom McClain, sobre dicho tema
Padre McClain, ¿cuál es el origen de este comité que usted dirige y cuál ha sido su trabajo hasta ahora?
Básicamente, la petición surgió de la 36ª Congregación General que pidió al Padre General que hiciera una revisión de los Estatutos de la Pobreza y de las Instrucciones sobre la Administración de los Bienes, con una atención especial para con los nuevos instrumentos financieros disponibles en el mundo y con respecto al uso de los fondos comunes en las Provincias. Nuestro trabajo implica un cocktail de leyes, consejos y valores. Por un lado, los Estatutos son leyes con citas directas de las Constituciones y de sus Normas Complementarias, mientras que las Instrucciones son orientaciones, sugerencias, buenas prácticas para informar al Superior General o entre diversos niveles de la Compañía a propósito de la administración de nuestros recursos.
Se ha creado un comité específico para esta tarea. Háblenos de él y de sus tareas.
El Padre General nombró a seis miembros: tres de mi oficina y tres de otras partes del mundo: China-Taiwán, Sudáfrica y Chile. Más tarde se añadieron mis otros asistentes jesuitas. Es posible que después de este Consiglio Allargato se invite a participar a otras personas. Se suponía que íbamos a empezar en marzo de 2020, pero la pandemia nos retrasó y nunca llegamos a tener la oportunidad de reunirnos. Hemos tenido que hacer todo el trabajo por medio de reuniones de Zoom los sábados.
Entre los temas que hemos trabajado se encuentra el concepto de “obra”: ¿qué es una “obra de la Compañía de Jesús”? Nuestro lenguaje se ha ido desenfocando y hay una falta de claridad al respecto. Luego, hemos considerado los cambios crecientes en el mundo financiero. Por ejemplo, nuestra ley que dice que los jesuitas no pueden poseer cosas en su propio nombre se vuelve problemática. Ya hay un país que ha prohibido billetes y monedas: los jesuitas deben tener cuentas bancarias para poder hacer cualquier tipo de transacción financiera, desde la compra de caramelos hasta la ropa o el pago de cualquier otro tipo de factura. No cabe duda de que hay que hablar del papel del individuo en la administración de los bienes. Otro ejemplo: los requisitos en el mundo de las finanzas son más complejos y deben tener en cuenta las leyes para combatir el blanqueo de dinero.
Y otra de las grandes preocupaciones del comité es el problema de las connotaciones culturales ligadas a las distintas lenguas. Cuando intentamos describir lo que significa “pobre” o lo que significa “modesto”, nos encontramos con diferencias que dependen de distintas zonas del mundo. “Pobreza”, “poverty”, “povertà” tienen matices diversos según el idioma. Formular una directriz amplia que sea culturalmente apropiada es un auténtico desafío a la hora de redactar instrucciones y estatutos. Porque en una cultura, “modesto” significa gozar de bienestar, mientras que, en otra cultura, ser modesto significa más bien algo cercano a ser pobre. El manual que estamos revisando tiene que ser lo suficientemente flexible para que la Compañía pueda operar los cambios teniendo en cuenta las sensibilidades culturales.
¿Cuáles son sus expectativas?, ¿Cuál es su esperanza? ¿Cómo cree que su trabajo puede ayudar a la Compañía en las próximas décadas?
El documento no va a suponer ningún cambio si no hay conversión en la Compañía. Y ése es siempre el reto. Esperemos que proporcione una mejor orientación a la Compañía, ya que sigue enfrentándose a diferentes retos en el mundo, a la disminución en algunas partes del mundo, al crecimiento en otras, a los prejuicios culturales y demás. Y esperamos que también nos ayude a ser más universales en nuestra conciencia y solidaridad. Creo que el mundo se ha vuelto más interdependiente y así mismo nuestras finanzas. Eso sería ciertamente una parte de la dirección futura sobre cómo viviremos en la Compañía y cómo viviremos nuestra pobreza, no sólo en nuestra vida personal y en la vida de las Provincias, sino también en las obras de nuestros apostolados. Todo ello está relacionado con una cuestión que el Padre General nos ha planteado: ¿qué es la pobreza de nuestras instituciones apostólicas?
Fuente: Jesuits Global