“…dejarnos conmover por los excluidos de la historia…” por Francisco Iznardo, SJ
Durante la mañana del 24 de octubre nos visitó el Papa Francisco. Lo recibíamos con esperanza, alegría e inquietud. Queríamos saber cómo resonarían sus palabras en nuestros corazones. Primero fue su plática, después las preguntas y al final saludo personal. Al terminar la mañana la visita del Papa me provoca un sentimiento: “..con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar…” (José Martí), y un personaje: Monseñor Romero (Beato Oscar Arnulfo Romero). Esta era la melodía que me recorría las entrañas cuando el Papa Francisco nos hablaba de “dejarnos conmover por el Señor en la Cruz”: “conmovernos por Él presente en tantos hermanos y hermanas nuestros que sufren – ¡la gran mayoría de la humanidad!… – porque la misericordia no es una palabra abstracta, sino un estilo de vida que antepone a la plabra los gestos concretos que tocan la carne del prójimo…”. No nos quiere encerrados en condiciones legalistas que anulan la fuerza vivificante de la misericordia diluyéndola en formulaciones abstractas.
El Santo Padre nos animó, sin nombrarlo, a la audacia profética de Monseñor Romero, que supo echar su suerte con los pobres y salir de su zona de confort para seguir caminando, acompañando, consolando e involucrando a otros y dejándoles espacios.
La Compañía de Jesús está tratando de afianzar su presencia en el mundo y en la Iglesia refrescando el tríptico identidad (quiénes somos) – Vida (cómo vivimos) – Misión (qué hacemos). El lugar y el modo cómo vivimos y lo qué hacemos nos dan la identidad: lo que realmente somos y no lo que decimos ser. Y el Papa nos recordó lo que queremos ser desde la Congregación General 32: ” Que perdamos el miedo a dejarnos conmover por la inmensidad del sufrimiento de nuestros hermanos y lanzarnos a caminar pacientemente con nuestros pueblos, aprendiendo de ellos el modo mejor de ayudarlos, acompañarlos, consolarlos y servirlos (Cfr. CG32, d.4 n.50)”.
Le preguntamos si quería una Compañía con los pobres y para los pobres… Y nos devolvió “la pedrada”. ¡Ay la pobrezam Madre y Muro! Nos nutre, es la piedra angular de la fecundidad apostólica y nos defiende de la soberbia y del clericalismo, que son los males que más nos alejan de la pobreza y de los pobres. Con finura nos alertó de estos males del clericalismo y la soberbia de nuestra Iglesia y de nuestra Compañía. Nuestra asignatura pendiente. El Papa Francisco nos anima a dejarnos “conmover por Cristo Crucificado” (con los excluidos de la historia), a pedir insistentemente “Consolación” (¿no tenemos alegría del evangelio?) y a hacer el bien con la Iglesia y con otros (acompañar, servir y transformar). Estos son los criterios para nuestro discernimiento.
Al final nos acercamos a saludarlo. Uno por uno. Yo llevaba un libro bajo el brazo, Piezas para un Retrato, la vida de Monseñor Romero, de María López Vigil. Nos habían dicho que solo podíamos decir el nombre y una sonrisa para la ocasión. Pero María me había entregado su libro dedicado, para que se lo diera en mano al papa para agradecerle por todo…No desaproveché la ocasión, pero tuve que romper la norma. Francisco me dijo “muchas gracias”. La Compañía necesitará “transgredir” algunas o muchas de sus reglas y tradiciones si quiere tener la audacia profética “de echar su suerte con los pobres”.
Por Francisco iznardo, SJ (CAM)