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Alberto Hurtado, jesuita chileno, murió en 1954. Sin embargo, ya en 2005, fue canonizado, reconocido como santo por la Iglesia Católica. Un “itinerario” rápido comparado con el tiempo que se suele tardar en alcanzar tal nivel de reconocimiento universal.

Desde entonces, una estación de metro del centro de Santiago, la capital chilena, lleva el nombre de “San Alberto Hurtado”. En una sociedad muy secularizada, ¡esto es señal de grande legitimidad!

Es porque el Padre Hurtado es reconocido por todos como alguien que ha visto la situación de pobreza, una situación a menudo ignorada, de tantos de sus conciudadanos. Y ha hecho mucho por ellos. Ha creado varias obras, la más conocida, para los sin techo, es el Hogar de Cristo.

En un momento de la historia en el que tantas personas de todo el mundo sufren los caprichos de la pandemia de Covid-19, Alberto Hurtado es una inspiración para quienes se dedican al servicio de los más desatendidos.

Nuestro periodista Luca Pirola habla de este santo de nuestra época con un jesuita chileno, el padre Marcelo Gidi. El padre Marcelo es actualmente profesor de Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana.

Fuente: Jesuits Global