¿Medios de comunicación para qué?
Los medios de comunicación social, en sus diversas manifestaciones audiovisuales, parecen estar presentes y ser indispensables conforme el acceso a internet y demás formas de conectarse a la red, se hacen populares y se ofrecen como posibilidades de entretenimiento para un público cada vez más sediento de recibir información, y no tanto como producir y procesarla.
Al ser la red una opción con posibilidades en las cuales hay de todo para todos, es importante que así como se aprende a leer, escribir y analizar, así también se pueda educar a las generaciones cibernautas, sobre el proceso de elección y discriminación de la información sin límite que se pone a su alcance, pues de eso dependerá en buena parte, que la humanidad fortalezca los más nobles sentimientos, o despierte aquellos que parecen acaparar titulares y publicaciones compartidas, como la violencia, narcotráfico, agresiones, homicidios, etc.
Desde el punto de vista religioso, muchos son los esfuerzos que se hacen por usar estos medios para evangelizar, labor que con mucha frecuencia se ve truncada por la empírica y manipulada imagen que se presenta del Reino de Dios, labor que emprendió Jesús de Nazareth con su proclamación que parece poseer objetivos claros y concretos. Por ello es importante mostrar que los medios de comunicación, anuncian una verdad y mensaje que ha atravesado siglos de historia y de experiencias humanas, que a pesar de los cambios generacionales, la tradición sigue siendo una y la presencia de Dios constante. Definir esa misión y entenderla, podría desenmascarar y rectificar esas imágenes de Dios y su Reino que son producto de una preocupación por ingresar al mercado que busca mal formar y mal informar a los creyentes, sobre una Buena Noticia que busca que todo esfuerzo comunicativo sea principalmente el de producir efectos de esperanza y justicia en la tierra, reconociendo el señorío de Dios en la historia, como aquel que viene a liberarnos de la esclavitud a la que nosotros mismos nos hemos sometido.
Usuarios y sus gustos
La globalización parece ofrecer herramientas que intentan globalizar ideas, que en el mejor de los casos, deja a criterio de los usuarios la decisión de hacer un buen o mal uso de la red. En el documento Para una espiritualidad de la comunicación, se intenta rescatar la idea de que los medios de comunicación no son malos en sí mismos, pues ofrecen las mismas opciones para que alguien acceda a contenidos sanos y formativos. Ahora bien, ¿los usuarios qué prefieren? Pareciera que la preferencia y búsquedas favoritas rondan la violencia, muertes, pornografía, tópicos que dependiendo de sociedad y aproximaciones categóricas religiosas, su consumo virtual puede ser moral y éticamente puede ser cuestionado. Es aquí donde entra la necesidad de una predicación del mensaje de Jescristo, que pueda ser en sí misma, una opción cual contenido esperanzador pueda ser consumida por más personas que las que acciones de odio puedan generar.
¿Qué pasa con las opciones con valores religiosos? Sabidos de los esfuerzos de grupos religiosos de diversas denominaciones cristianas, por hacer presente en la red sus publicaciones religiosas, no siempre constituyen una predicación o evangelización verdadera y discernida. Los diseños, audios, videos que rayan en una espiritualidad desencarnada, o frases celestiales, abundan en la red, produciendo una catequesis digna de infantilismos y de categorías que no son atractivas, incluso para los mismos miembros de la Iglesia.
La falta de atención a dichos mensajes pseudo religiosos, parece ser que no es culpa de los cibernautas, sino de los que producen esos contenidos que no llaman para nada la atención por su poco significado humano que al fin de cuentas es acercar el Reino de Dios que crece en la medida en que el hombre se reconoce Hijo de Dios, merecedor de dignidad y respeto hacia sí mismo y a los demás.
Los periodistas católicos, o comunicadores que tocan temas religiosos, deben entender que el mensaje del Reino de Dios es y será siempre el punto de partida de toda acción humana. Por lo tanto se debe buscar formar a los encargados, tal y como lo específica el capítulo tercero, de la Congregación General 35, de la Compañía de Jesús, en el cual señala que es necesario reconocer que ante la necesidad de compartir la alegría fruto de la esperanza, es que se hacen necesarios los medios de comunicación. Esto significa que nuestra presencia en los medios no nace fruto de una necesidad comercial o simplemente estética, sino de usar las tecnologías como una nueva forma de proclamar la Buena Noticia de Jesucristo y su Reino, llegando a lugares en los cuales no habíamos tenido acceso antes. Es importante resaltar que se comunica un mensaje son significado, y no una mera especulación relativa.
El documento del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Ética en las comunicaciones sociales, plantea la siguiente pregunta, ¿los medios de comunicación se usan para bien o para mal? Si se usan para mal, el discernimiento sería más claro y se propondrían respuestas radicales, pero de usarse para el bien, debemos entender cuáles y qué mensaje es digno de ser publicado como palabra de Dios en sus diversas manifestaciones, tal y como lo dice la carta a los Hebreos 1, 1-2 : “Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo”. No es cualquier mensaje el que se debe propagar, y no es cualquier Reino el que se debe dar a conocer. Si la Iglesia pretende utilizar las tecnologías, debe tener en vista que su objetivo fundamental es servir a la persona humana, construir una comunidad humana fundada en la solidaridad, en la justicia y en el amor, y decir la verdad sobre la vida humana y su plenitud final en Dios.
¿Qué Reino de Dios debe publicarse?
El capítulo 5 del libro Jesús el Cristo, de Walter Kasper, se plantea que el centro del mensaje de Jesucristo, se entiende de manera sintética en Mc 1, 15 que proclama “El tiempo se ha cumplido, ha llegado el Reino de Dios. Convertíos y creed en el evangelio”. De ser esta la predicación constitutiva de la causa de Jesucristo, la Iglesia y sus comunicadores deben apegarse y seguir tales lineamientos, pues de no hacerlo, la predicación sería sustituida por elementos que podrían desorientar y confundir al pueblo creyente. Tales errores podrían ser magnificar la figura de una sola persona perteneciente a la Jerarquía, hacer imprescindible tal o cual rito o ceremonia, destacar la importancia de algún edificio antiguo, o leer y publicar frases de uno o dos místicos, acciones que bien podrían sustituirse por cualquier otro personaje de la historia, que en el peor de los casos tendrían más difusión, como sucede con la frases del Che Guevara o de Hugo Chávez.
Parafraseando a Jon Sobrino, sj, que en alguna clase impartida en El Salvador decía, “que uno u otro se encargue de llevar flores, música, velas y adornos para la misa, está bien, pero ojalá que no se les olvide llevar el mensaje de Jesús”. Y el mensaje de Jesucristo, era el mismo Reino de Dios, que al decir que estaba cerca, pretendía ofrecer un mensaje de liberación como utopía social que irremediablemente tendría que afectar las opciones políticas que llevaran consigo un cambio histórico. Tal acontecimiento no se entiende sin la esperanza de la salvación, que recuerda el Shalom escatológico, que promueve la paz entre los pueblos, entre los hombres y en todo el cosmos.
Por ello tantas frases y publicaciones que no tomen en cuenta que Dios se ha manifestado en la historia, desde el recorrido de Israel en su salida de Egipto, hasta su paso por el desierto, no cumplirían con el requisito fundamental. Podrían hablar de valores y frases bonitas, pero no sería más que eso.
De tal misión escatológica, se deriva la comprensión bíblica del reino de Dios, que según Von Balthasar en su libro Verbum caro afirma: “Las expresiones escatológicas y apocalípticas son la trasposición de la experiencia y la esperanza salvífica tanto actual como pasada en el modo del cumplimiento. Se trata de la certeza de la fe de que Dios al final acabará por mostrarse como absoluto señor de todo el mundo”. Tal señorío es entendido como el salto de fe, en el cual se deja a Dios como señor de los pueblos, pues puede salvarlo históricamente, tal y como sucedió con Israel en su paso por el desierto.
Tareas pendientes
La misión de los que nos consideramos usuarios y comunicadores del mensaje de Jesucristo por medio de las nuevas tecnologías, no puede seguir siendo infantil, ni permitir que se siga una predicación light o intimista. Es importante que conforme avancemos en los estudios de teología, podamos aportar con nuestras propias conclusiones a esa publicación y divulgación del mensaje salvífico del reino de Dios, que en definitiva es más que una frase bonita, una foto de un buen pastor cargando una oveja, un video que haga llorar, o una canción que haga levitar. En definitiva, debemos tener en cuenta que el amor predicado por Jesucristo, según los valores del Reino de Dios, debe producir un servicio a la fe y a la promoción de la justicia, tal y como se afirma la Congregación General 32.
Si somos fieles y empezamos a usar el discernimiento para compartir la experiencia de Dios en las redes sociales y tecnologías, significa que nuestro mensaje utiliza la comunicación como medio de transporte, convirtiendo el Reino de Dios, como aquel que se hace presente en la red de manera alternativa, crítica y sugerente.
© Francisco Díaz
Bibliografía
Libros/Artículos
§ KASPER, Walter, Jesús, El Cristo, Sígueme, Salamanca, 1982.
§ Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Ética en las comunicaciones sociales, Ciudad del Vaticano, 4 de Junio del 2000.
§ Congregación General 35, Capítulo 3, numeral 19, Compañía de Jesús, Mensajero, 2008.
§ VON BALTHASAR, Hans Urs, Verbum Caro, Encuentro, 2001
Internet
§ Para una espiritualidad de la comunicación, 19 abril 2002, Porto Alegre, Brasil, tomado de: http://es.catholic.net/comunicadorescatolicos/580/2289/articulo.php?id=36662
§ Congregación General 32, Compañía de Jesús, tomado de:http://www.jesuitas.cl/files/documentos/1_espiritualidad_ignaciana/cg32d4.pdf