En la madrugada del 7 de julio, un suceso macabro se ha sumado a la larga lista de acontecimientos dolorosos que vienen marcando la vida sociopolítica de Haití en los últimos meses. El presidente Jovenel Moïse fue asesinado en su casa y su esposa gravemente herida por un comando armado. Aún se desconocen los motivos del ataque, aunque posteriormente la policía abatió y detuvo a unos sospechosos. Los jesuitas, al igual que la población general, reaccionaron inicialmente con asombro, incertidumbre y miedo.
Al día siguiente, 8 de julio, la Curia de la Compañía de Jesús en Haití emitió un comunicado en el que expresaba públicamente la lectura que cabía hacer, no sólo del hecho mismo del asesinato, sino de la situación general en que se encuentra el país. El título y el subtítulo del mensaje muestran ya claramente el punto de vista de los jesuitas haitianos: “El asesinato del Presidente de Haití, Jovenel Moïse: espejo del caos socioeconómico y político de una sociedad. Una invitación a dar testimonio de la esperanza del Resucitado en medio de la angustia”.
A continuación transcribimos algunos extractos del comunicado:
Este suceso está lejos de ser un acto aislado. Se produce en un contexto de crisis generalizada, de violencia indiscriminada, con casi un tercio del territorio de la capital ocupado por bandas armadas y parálisis casi total en la vida política, económica y cultural del país. Todo ello es un indicador del desorden de la sociedad, continuación lógica de una asombrosa y triste escalada que se ha acelerado en los últimos meses.
La misma situación se describía en el comunicado que hizo la Compañía el 18 de diciembre de 2020. En él, los jesuitas daban la voz de alarma y urgían a los actores nacionales e internacionales implicados. El asesinato del Presidente Moïse al tiempo que agrava el caos en el que está sumido el país, sigue siendo un espejo que refleja los principales problemas que paralizan la sociedad actual: grave crisis de seguridad, colapso de las instituciones, vacío constitucional, profundo descrédito de la política y rechazo al Jefe del Estado por una gran parte de la población, “gangsterización” de los habitantes de los barrios urbanos populares y del mundo rural como estrategia política, polarización de la vida política, amargo fracaso de los actores internacionales, egoísmo y estrechez de miras de gran parte de la poderosa oligarquía económica. (…)
El Presidente ha experimentado un nivel de impopularidad pocas veces alcanzado por un Jefe de Estado en la historia política del país. El colapso de la economía y su duro impacto en la población, especialmente en los sectores mayoritarios marginados, (…) la falta de experiencia política del presidente y su catastrófica gestión de la crisis, incluida su relación con las bandas, todo apuntaba al trágico final de la experiencia política de este joven empresario. (…) Su asesinato ha creado una situación cercana al caos.
Es en este contexto especial de ansiedad e incertidumbre, de sufrimiento, pero también de esperanza, en el que nosotros, jesuitas en Haití, estamos llamados a proclamar a Cristo Resucitado, vencedor del mal, de la violencia, de la mentira y de la muerte; a encarnar las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús. Una situación de este calibre nos hace tocar en carne propia nuestras limitaciones humanas, nuestra impotencia; pero al mismo tiempo nos invita a confiar en la gracia del Señor que nos da fuerzas para vivir nuestra misión con autenticidad, para hacer que surja vida y germine esperanza en los corazones de las mujeres y los hombres de nuestro país, especialmente de los más jóvenes. Nosotros seguiremos participando en el proceso de sanación y reconciliación de la gran familia haitiana para que pueda por fin vivir una liberación integral y recuperar el gusto por la vida. No hace falta decir que también contamos con solidaridad activa y fraterna de todos ustedes.
¡Que el Señor bendiga a nuestro país, que nos conceda paz, consuelo y serenidad!
Fuente: Jesuits Global