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Han transcurrido varios días desde que los pies de dos – de los cinco prenovicios – pisaran por primera vez las calles estrechas y adoquinadas de Santa María Chiquimula; que sus ojos contemplaran los finos y coloridos trajes típicos de las mujeres de la zona; que sus oídos escucharan el quiché, idioma del pueblo; y una que otra anécdota de los jesuitas Falla, Nacho, René y Roberto en las acostumbradas tertulias de la cena.

 

Por Prenovicios 2024

Casi un mes desde que nuestras manos han podido tocar algunos espacios sagrados de la antiquísima Parroquia La Natividad de la Virgen María, confiada a la Compañía de Jesús desde hace más de treinta años, donde también se custodia una imagen del Cristo Negro de Esquipulas y otra de la Virgen vestida con un traje indígena, que la acerca a la cultura de quienes le ofrendan una vela con devoción y cariño.

Los prenovicios hemos acompañado a los jesuitas en sus visitas por la parroquia.  Al no poder conversar con la gente en su propio idioma, nos consuela confirmar que un gesto que sale del corazón puede comunicar más que muchas palabras. Así vamos aprendiendo a recibir y ofrecer cariño y gratitud.

Willian, mi compañero prenovicio, está maravillado por la cultura y los paisajes: “cuando despertaba, y divisaba la noble alba fría, me enamoraba la tierna mirada del hermano sol, dando claridad a las bellas montañas de Pajój, Chíyat, Chuicáca y Xecococh, luz que iluminaba a los hombres y mujeres que desde muy temprano se levantaban en busca de una nueva esperanza: zakarik!! (buenos días)”. La ternura y fortaleza de las mujeres, las sonrisas de los niños y la disponibilidad de los hombres inflaron el corazón de Willian.

A mí me conmovió la fe y la devoción de la juventud de la parroquia. “¡Los jóvenes de hoy no hacen oración!” suele decir mi abuelita, pero en Santa María esto no es el caso. “pude observar las actitudes de algunos adolescentes y jóvenes que veían fijamente el sagrario, no necesitaban grandes discursos, oraciones de memoria o leer un librito con indicaciones” anoté en mi diario.  Siento que los jóvenes se dejan asombrar por Jesús, le reconocen desde la contemplación, saben que esta ahí. Una mirada que dice mucho, un diálogo desde el silencio, la mejor conversación con Jesús.

Sin duda, estos primeros días en Santa María Chiquimula nos ha permitido confirmar la necesidad de dejarnos acompañar por la fe y la esperanza de los pueblos, abriendo nuestro corazón y mente a otros modos de ser y hacer iglesia. Damos gracias a Dios por tanto bien recibido.

William Zúñiga y Augusto Jarquín, prenovicios 2024.