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Hace treinta años, el 5 de febrero de 1991, se cumplió el profundo deseo del P. Pedro Arrupe de estar con su Señor para siempre.  El P. Arrupe sigue siendo una fuente de inspiración para nosotros, miembros de la Compañía de Jesús, nuestros compañeros y compañeras en la misión, la extensa familia ignaciana, la vida religiosa y la Iglesia.

Desde su encuentro con Cristo, quien se convirtió en el centro y sentido de su vida, el P. Arrupe ardió del fuego misionero encendido por la chispa del evangelio. Hacemos memoria del P. Arrupe cuando nos preparamos para entrar en al año Ignaciano en el que queremos también nosotros “ver todas las cosas nuevas en Cristo” e, inspirados en el profundo proceso de conversión que produjo la herida de Ignacio de Loyola en la batalla de Pamplona, hacer de Jesús el centro y sentido de nuestras vidas de modo que nos entreguemos a ser testigos del evangelio con renovado vigor en un mundo conmocionado por la pandemia del corona virus y herido por la desigualdad social, la pobreza tantos, las barreras a los migrantes que buscan hacer realidad sus sueños de una vida mejor y la debilidad de los sistemas políticos democráticos, respetuosos del pueblo.

Lo que vivimos es, sin duda, un profundo cambio cultural y el desafío es iluminarlo con la luz del evangelio para contribuir a hacerlo realmente más humano al estilo de Jesús, modelo de humanidad plena.

La Compañía de Jesús está comprometida a fondo en el campo de la cultura a través de muchas iniciativas en todos los órdenes. Haciendo memoria del P. Arrupe me quiero dirigir especialmente en este aniversario al mundo universitario y su misión cultural. En 1970 el P. Arrupe, en la Universidad de Deusto, ponía en claro lo que hoy se convierte en una urgencia impostergable para el trabajo científico y cultural de la universidad, decía: “Una universidad vive no puede alimentarse para su temática simplemente de bibliografías teóricas; no puede acostumbrarse a repetir, año tras año, los mismos cursos mientras la sociedad sufre una evolución vertiginosa y pone a cada paso nuevos problemas o modifica sustancialmente los modos anteriores de presentarlos.”

Las comunidades universitarias de la Universidad Gregoriana, Institutos Bíblico y Oriental en Roma, la red de universidades Jesuitas de Estados Unidos y Canadá, de América Latina, Asia Meridional, Europa y Asia Pacífico… siguiendo la inspiración del P. Arrupe, en su memoria, no pueden conformarse con adaptar sus métodos de enseñanza, investigación y extensión a la emergencia de la pandemia COVID-19, están llamadas a abrirse a aceptar el reto a su misión que se deriva de los actuales signos de los tiempos.

Inspirados en el espíritu misionero del P. Pedro Arrupe y orientados por las preferencias apostólicas universales hagamos de esta fecha en la que recordamos los 30 años de su partida una nueva oportunidad de soñar juntos un futuro mejor y renovar el compromiso de transformar nuestras vidas en el encuentro con Cristo de quien podemos recibir el Espíritu que despierte nuestra creatividad para realizar esos sueños.

Contamos con la intercesión del siervo de Dios Pedro Arrupe y Nuestra Señora de la Estrada nos acompaña en preparar los nuevos caminos del Señor.