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Evangelio del día, Mateo 8, 23-27

“Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. Se levantó una tormenta muy violenta en el lago, con olas que cubrían la barca, pero Él dormía. Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciendo: Señor, sálvanos, que vamos a morir. Pero Él les dijo: ¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe? Entonces se levantó, dio una orden al viento y al mar, y todo volvió a la más completa calma. Grande fue el asombro; aquellos hombres decían: ¿Quién es Él, que hasta los vientos y el mar le obedecen?”.

Palabra del Señor.

Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.

¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?

El miedo es una reacción natural que todos los seres humanos tenemos; pero existen dos clases de miedo, el preventivo, que nos protege de algún peligro, y el paralizante, que es el que nos lleva a quedarnos estáticos ante una situación que sí podemos enfrentar. Y este miedo paralizante es el que viven los discípulos de Jesús ante la tempestad que se les presenta, creyéndose incapaces de hacerle frente con la ayuda de Dios dentro de sí mismos, para luego utilizar sus propias fuerzas; por tal motivo es que Jesús les dice que son hombres de poca fe, pues no confían en la Fuerza que de Dios tienen en su interior, ni en la capacidad de sí mismos para enfrentar la dificultad por la que están atravesando.

Tal vez como a los discípulos, me ha llegado a suceder que me encierro en mis miedos, en mis inseguridades, en mis dudas, para no actuar, para no hacerle frente a realidades difíciles que me desbordan y me paralizan, convenciéndome de que nada puedo hacer, porque la grave situación que vivo supera mis fuerzas. Debo tener claro que Dios ya me ha dotado de todo cuanto necesito: si requiero fuerza, ya está dentro de mí, si requiero ánimo, ya está dentro de mí, si requiero confianza, ya está dentro de mí. Lo que necesito es hacerme consciente de todo cuanto Dios me ha dotado y hacerlo vida, para así, poder enfrentar las adversidades que se me van presentando, y no justificarme en mis miedos u otros sentimientos, para no actuar.

¿En qué sentimientos suelo justificarme para no actuar ante las dificultades que la vida me presenta?, ¿Soy consciente de que Dios ya me ha dotado de todo aquello para hacerle frente a las dificultades que la vida me presenta?