Evangelio del día, Marcos 10, 28-31
“Pedro le dijo a Jesús: Nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. Y Jesús contestó: En verdad les digo: Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa. Pues, aun con persecuciones, recibirá cien veces más en la presente vida en casas, hermanos, hermanas, hijos y campos, y en el mundo venidero la vida eterna. Entonces muchos que ahora son los primeros serán los últimos, y los que son ahora los últimos serán los primeros”.
Palabra del Señor.
Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.
Los que son ahora los últimos serán los primeros
Sabemos muy bien que el mundo nos arrastra a querer ocupar los primeros lugares, sin importar que nos llevemos de encuentro a los demás, y esto, lamentablemente, se ve como un éxito, como grandes logros que justificamos por la buena posición que hemos alcanzado. Y no es que esté mal obtener éxitos en la vida, pero nunca debemos obtenerlos pasando por encima de los demás. Evangélicamente, los primeros lugares son nuestros cuando nos entregamos al servicio desinteresado a los demás, estando en puestos o roles de coordinación o dirección.
Cuando busco los primeros lugares a donde voy, los reconocimientos y las valoraciones por lo que hago o digo es señal clara de que debo revisar cómo está mi autoestima; pues a mayor baja estima personal, más necesidad tendré de que me valoren y me sitúen en los primeros lugares, reconociéndome lo valioso que yo soy. Si vivo de un modo evangélico, me será más fácil reconocer que soy amado y valorado, sin tener que buscar los primeros lugares, pues en donde me encuentre, sabré que es el lugar en el que me corresponde estar y me sentiré valioso.
¿En qué momentos de mi vida he pretendido valoraciones y reconocimientos por parte de los demás?, ¿Qué tan consciente soy de que evangélicamente no debo pretender ningún tipo de valoración ni reconocimiento por lo que hago?