Evangelio del día, Marcos 9, 30-37
“Jesús y sus discípulos se desplazaban por Galilea, el Señor no quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo harán morir, pero tres días después de su muerte resucitará. De todos modos, los discípulos no entendían lo que les hablaba, y tenían miedo de preguntarle qué quería decir.
Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, Jesús les preguntó: ¿De qué venían discutiendo por el camino? Ellos se quedaron callados, pues habían discutido entre sí sobre quién era el más importante de todos. Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos. Después tomó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: El que recibe a un niño como éste en mi Nombre, me recibe a Mí; y el que me recibe, no me recibe a Mí, sino al que me ha enviado”.
Palabra del Señor.
Compartimos una reflexión a cargo del P. Carlos Manuel Álvarez Morales, S.J.
El que recibe a un niño como este en mi nombre me recibe a mí
Sabemos que los niños son el más claro reflejo del Amor de Dios, pues en ellos vemos la más grande pureza que procede de la Fuente Principal de la vida, que es el Creador. Jesús pide que amemos, respetemos y les demos el lugar que les corresponde a los niños, pues al encontrarnos con ellos lo estamos haciendo con el mismo Dios, ya que es a través de ellos en donde se nos está desvelando el rostro tierno, amoroso, noble, sincero, misericordioso, auténtico y verdadero del Único Dios Verdadero.
Recibir a un niño debe significar para mí abrir mi corazón para amarlo con el mismo amor con el que amo a Dios, respetando sus limitaciones propias de su edad, buscando todos los medios posibles para comprenderlo, para aceptarlo, para caminar a su lado al paso que a él le corresponde, no al mío. Debo tener muy claro que el niño no es un adulto chiquito, es un ser humano en crecimiento que todavía le falta mucho por crecer a todo nivel, pero así en el amor, pues en él encuentro la escuela perfecta del Amor de Dios.
¿Cómo ha sido mi experiencia con los niños de ver en ellos el amor de Dios?, ¿Qué significa para mí el encuentro con un niño?