Por el P. Carlos Herrera Cano, S.J.
El pasaje del Evangelio de hoy encuentra eco en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, realizada en 2007. Ambos nos recuerdan que estamos llamados a ser discípulos y misioneros del Señor para que nuestros pueblos tengan vida.
El evangelista san Masco nos plantea una invitación clara a actualizar el envío para anunciar la Buena Noticia a toda creatura. La experiencia del discipulado nos recuerda que siempre debemos estar aprendiendo a los pies del maestro.
Creer y bautizarse es fundamental para salvarse, nos dice el evangelista San Marcos. A través del bautismo nos injertamos a Jesús, como las parras a la vid verdadera. Creer es aceptar interiormente el kerigma anunciado.
Abrazarlo con viva fe al Señor supone formar parte de la gran familia cristiana, Quien rechace al Señor se condenará, no porque la misericordia de Dios le sea esquiva, más bien por el mal uso de la libertad, al escoger privarse de la vid que da vida en abundancia.
En el Evangelio se nos anuncia que Dios realizará muchos milagros, por medio de las personas que hayan creído en Jesús.
1. Arrojar demonios. El demonio de la visión es uno de los más fuertes que amenaza por dentro a la Iglesia, desde su estructura universal hasta la parroquial. Expulsemos también la soberbia; la mentira, que muchas veces llamamos piadosa; la mezquindad, aprendamos a compartir lo poco o mucho que poseemos.
2. Hablar lenguas nuevas. Si todos procuráramos hablar el lenguaje del amor, la cultura de la muerte estaría erradicada y viviríamos la civilización del amor. Necesitamos más el lenguaje del respeto, de la tolerancia, de la empatía. También el del mutuo cuidado.
3. Agarrar serpientes en sus manos. Problemas, dificultades, conflictos que vienen arrastrando las personas de todas las edades, desde hace mucho tiempo: estas son esas serpientes que estamos llamados a agarrar. Agarrar para desatar, liberar y sanar los corazones de nuestros hermanos y hermanas.
4. Ningún veneno mortal les hará daño. El mal espíritu pretende quitarnos la paz, provocar ira incontrolable, irrespeto, desamor. Sin embargo, aun bebiendo estos venenos del mal espíritu, la misericordia de Dios nos abraza y deja sin efecto mortal estos venenos.
5. Impondrán las manos a los enfermos y sanarán. Este gesto simboliza siempre la bendición de Dios. Por eso siempre que se hace y recibe con fe, comunica vida y salud. La tristeza y la soledad son enfermedades que van deteriorando la salud, a veces sólo se ocupa en rato de compañía de calidad para sanar.
En definitiva, así como Jesús se comunicó con sus discípulos antes de su Ascensión, hoy nos sigue hablando a nosotros. Pidámosle que nos disponga a recibir con fe viva esta invitación y que haga posible una verdadera amistad con Jesús y nuestros hermanos y hermanas. Roguemos para que la Ascensión del Señor baje a nuestro corazón, para que nuestros frutos sean de fe, esperanza y amor!