Al escribir este título he recordado una canción de una conocida actriz que decía así: «Oh, mamá, por favor, compréndeme, quiero ser artista». Para el caso que voy a comentar podríamos cambiar mamá por papá, y artista por «tiktoker».
El titular de la noticia dice así: «Pone a trabajar a su hija como albañil tras decirle que quería dejar el colegio para ser tiktoker». Resulta que Estrella, la hija en cuestión, se escapa de casa con el novio porque quiere dedicarse a hacer tiktoks y ganarse la vida con ellos. Según Estrella, «la escuela no vale para nada». Para darle una lección, el padre se la lleva a la obra donde trabaja como albañil, y le pone a hacer un ejercicio: que compare el peso de su mochila con el peso de un costal de cemento. «El mundo real es duro», le dice el padre. «Déjate de cosas, Estrella, ponte a estudiar».
Al margen de si esa forma de enseñar es muy pedagógica o no, y aclarando que está muy lejos de mi intención ofender a aquellos que se dedican a ser «influencers», hay una cosa del artículo con la que me quedo: ponte a estudiar.
Estudiar es una actividad engorrosa y pesada. Los que hemos pasado por ahí suspirábamos con desgana cada vez que nos teníamos que poner delante de los libros a hincar codos. Pero lo hacíamos, porque sabíamos que era el camino por donde había que pasar. Hoy en día estamos agradecidos por la oportunidad de estudiar que se nos dio y convencidos de que mereció la pena. Y así lo queremos inculcar.
Pero tenemos unos contrincantes duros de pelar, y no son precisamente los libros. Son estos «influencers» o personajes de televisión que ganan fama y fortuna a base de crear contenidos para los que solo hace falta un buen móvil, avanzados dispositivos electrónicos, soltura ante la cámara y algo que contar cada día. Estos son los referentes que hoy encandilan. Y con semejantes competidores se hace muy difícil hacerles comprender a las nuevas generaciones que la vida es larga, que la juventud pasa y que es parte importante de tu vida esa faceta del ser que está relacionada con lo que haces, con tu profesión. Si ahí eres feliz, tienes ya mucho ganado.
Siempre he pensado que estudiar es la mejor herencia que me han podido dejar mis padres. Los estudios permanecerán con uno para siempre, junto con los auténticos amigos y los amores verdaderos (no solo los de pareja). Hay amistades que van y vienen, novietes y novietas que van y vienen, momentos que parecen eternos pero que pasarán, promesas y propósitos que quedarán en el olvido… ¿Qué quedará? Lo que nos construyó como personas, lo que nos hizo ser mejores seres humanos. Y estudiar ayuda mucho a ello. El estudio te abre la mente, te cultiva, te «rellena», te invita a compartir, servir y trascender.
Así que, Estrella, descubre por ti misma lo que quieres ser en la vida. Pero deja que te acompañen en esa decisión los que quieren lo mejor para ti. Como te aconseja tu padre, estudia. No me refiero a estudios universitarios solamente. Estudia la profesión que quieras, porque todas son dignas y necesarias. Pero sé alguien con la cabeza amueblada. Así podrás comprender, participar y disfrutar de la vida en toda su amplitud. Como «tiktoker» o como lo que decidas ser.
Fuente: Pastoral SJ