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Por Valeria Méndez de Vigo
Secretariado de Justicia Social y Ecología

“Las cosas aparentemente pequeñas pueden ser importantes”. Como la bala de cañón que hirió a Ignacio, hizo añicos sus sueños mundanos para comenzar a vivir los sueños que Dios tenía para él. Con ello, cambió el curso de su vida y del mundo. “Porque el sueño de Dios para Ignacio era ayudar a las almas, salir al mundo entero, acompañado de Jesús pobre y humilde”.

Estas inspiradoras palabras del Papa Francisco fueron para mí uno de los puntos culminantes de la Oración Global Ignaciana “Peregrinos con Ignacio” celebrada el pasado 20 de mayo. Una oración global con la que se abría el año ignaciano, la conmemoración de la conversión de San Ignacio de Loyola hace 500 años. Esta oración nos dio la posibilidad de rezar y vivir juntos como familia ignaciana el comienzo del año. La posibilidad de unir a miles de personas en los cinco continentes, muy diferentes en edad, nacionalidad, cultura… pero unidas, enredadas como cuerpo apostólico común en una misma misión universal. Solo en las primeras horas tuvimos casi 30.000 visualizaciones, lo que da una idea de su alcance y potencialidad.

Porque, más allá de los números, la oración global es una hermosa ocasión para unirse a través de la espiritualidad ignaciana y potenciar el sentido de pertenencia. En oración, con momentos de silencio, mensajes, testimonios, imágenes, música y con la posibilidad de interactuar, expresarnos y sentirnos unidos dando respuesta a las preguntas que nos interpelaban. “Las cosas aparentemente pequeñas pueden ser importantes”.

Toda la oración fue una llamada a la conversión, tal y como la había experimentado Ignacio. Como señaló el Superior General de la Compañía de Jesús, el P. Arturo Sosa, “este año ignaciano debe ser una oportunidad para una experiencia. Queremos invitar a la gente a vivir una experiencia de conversión (…) se trata de conocer más claramente a Cristo (…) Queremos que esta celebración sea una experiencia espiritual”. Una invitación ”a ver nuevas todas las cosas en Cristo”. Pero la conversión no se hace de una vez por todas, insistieron el Papa y el Padre General. Porque Ignacio se convirtió día a día, durante toda su vida, poniendo a Cristo en el centro.

Tal y como señaló Francisco: “En esta peregrinación que es la tierra, nos encontramos con otros. Dios nos habla a través de ellos y de las situaciones”. “Las cosas aparentemente pequeñas pueden ser importantes”. La conversión se hace en diálogo con Dios, con los demás y con el mundo. Porque “nadie se salva solo. O nos salvamos en comunidad o no nos salvamos”. La oración nos une como familia Ignaciana también en este peregrinar, en este camino que hacemos juntos. Las cosas aparentemente pequeñas pueden ser importantes. Ojalá que, como Ignacio, estamos preparados para seguir el sueño de Dios para cada uno de nosotros.

Peregrinos con Ignacio

Fuente: Jesuits Global