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Unas nueve mil personas partieron en la madrugada del día 15 de enero de la terminal de Buses de San Pedro Sula, Honduras. Su objetivo: llegar hasta la frontera con los Estados Unidos. Sorteando muchas dificultades, ingresaron a territorio guatemalteco, donde en la localidad de Vado Hondo, Chiquimula, el ejército y la policía impidieron, con violencia, su avance.

Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano

Ismael Moreno S.J., director del centro de investigación ERIC y Úrsula Roldán Andrade, directora del IDGT, de la Universidad Rafael Landívar nos ayudan a observar el interior de la caravana.

Algo más que unos hechos

El día 14 de enero por la noche, grupos de personas, comenzaron a reunirse en la terminal de buses de San Pedro Sula, con el deseo de llegar a los Estados Unidos. La madrugada del 15 salieron y hacia las cuatro de la tarde, llegaron los primeros grupos a la frontera con Guatemala, a El Florido, Copán. Hacia las 9 de la noche el primer grupo de aproximadamente 500 personas, había avanzado hacia territorio guatemalteco.

El 16 de enero, un grupo más numeroso, formado por varios miles de personas, logra pasar la frontera, adentrándose en territorio guatemalteco. A la altura de Vado Hondo, departamento de Chiquimula, a unas 9 horas de camino de la frontera, el ejército y la policía de Guatemala cierran el paso a la caravana y les impiden seguir su camino hacia la frontera con México. Los detienen por unas 24 horas. La multitud de más de seis mil personas, intenta romper el cerco, pero son duramente reprimidos. Familias con niños y adolescentes vieron así truncados sus deseos de tener una vida diferente de la que venían huyendo. La mayor parte de las personas retornaron al sitio de partida, narra Sixto Rodríguez de la Pastoral de Movilidad Humana de Honduras.

Para entender la caravana

Ismael Moreno, director del centro de investigación ERIC, de Honduras, afirma que esta caravana y las anteriores tienen en su raíz la situación de pobreza, desempleo y violencia que viven la mayoría de los hondureños, que en este momento han llegado a niveles de desesperación, pues a la realidad existente se añade la pandemia del Covid-19, que ha generado la pérdida de miles de puestos de trabajo y los efectos de la destrucción por las inundaciones, causadas por dos tormentas tropicales en noviembre pasado.

“Las tormentas tropicales Eta e Iota dejaron varios cientos de miles de personas sin vivienda, sin alimento, sin empleo”, afirma el padre Moreno, “el gobierno no ha dado respuesta a las necesidades de esta población que se siente abandonada, por lo que el hambre es la que ha movido a la gente a salir”.

Ismael Moreno comenta que los voceros gubernamentales acusan al crimen organizado de ser los responsables de las caravanas, a lo que responde: “no puedo negar que es un factor que está presente, pero es completamente secundario”. Subraya que son las condiciones socio-económicas el factor principal que desencadena este tipo de reacciones en la gente, “y de esto tiene mucha responsabilidad el Estado”.

El director del ERIC insistió en que actividades como la corrupción, el desvío de recursos del Estado, así como el manejo poco transparente de los fondos destinados para enfrentar la pandemia, han impedido que cientos de millones de lempiras (moneda nacional) lleguen a la población más necesitada y les ayuden a aliviar los sufrimientos.

Por su parte, Úrsula Roldán Andrade, directora del Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales (IDGT) de la Universidad Rafael Landívar en Guatemala añadió: “esta es la tercera caravana que se organiza desde Honduras en este tiempo de pandemia. Tanto Guatemala como Honduras han puesto zonas de seguridad en sus fronteras para evitar que pase la caravana de migrantes, además están exigiendo una documentación para que puedan pasar, ellos dicen, de forma ordenada y segura. Por otro lado, les están exigiendo la prueba PCR o la de hisopado”.

La directora del IDGT subraya que Guatemala y Honduras viven situaciones similares en relación al Covid-19 y la destrucción causada por las tormentas tropicales y afirma: “nos encontramos ante un flujo humano que busca tener alguna alternativa. Tanto el gobierno de Guatemala como el de Honduras viven una crisis social y política y los miles de personas no encuentran ninguna salida”.

Úrsula Roldán indica una diferencia entre Honduras y El Salvador con Guatemala. Los dos últimos, cuentan con una población asentada en Estados Unidos desde hace varias décadas, esto permite una estructura de apoyo para los nuevos migrantes por la vía del uso de coyotes (personas que ayudan a pasar las fronteras de manera ilegal, mediante un pago).Entrevista con Úrsula Roldán

Alternativas a la migración masiva

Ismael Moreno pone en evidencia que Guatemala, El Salvador y México están dentro del círculo de los llamados países seguros, que han creado barreras de contención para la movilidad, que es un derecho humano”. Y expresa el deseo de que que la nueva administración estadounidense cree programas humanitarios como respuesta a esta población sumida en la precariedad.

Úrsula Roldán insistió en que las caravanas piden que se les dé una respuesta humanitaria. “Se trata de un flujo de personas en extrema pobreza, que están huyendo de la violencia, que están huyendo de su país porque quedó devastado y a quienes el gobierno no ha respondido para darles una vivienda digna y oportunidades de empleo. En las caravanas vienen niños, mujeres, jóvenes buscando alternativas, empleo, mejores ingresos. Esa alternativa debería estar en Honduras, con asistencia educativa, financiera y técnica.”

Roldan Andrade subraya que también Estados Unidos puede hacer su parte para ofrecer alternativas a los hondureños: “un TPS, como se hizo cuando el huracán Mitch que arrasó con buena parte de Honduras, Nicaragua y El Salvador”. Añade que los gobiernos de la región podrían crear una comisión transnacional que ayude a enfrentar la problemática y así encontrar juntos soluciones eficaces y a largo plazo.

Acciones urgentes

Dice el refrán, “después de la tormenta, viene la calma”. En el caso de los migrantes centroamericanos, el silencio no significa calma. Estos miles de personas en situación de desesperación necesitan casa, empleo, educación, salud. Necesitan apoyos decididos para superar el estado de desesperación en que se encuentran.

Fuente: Vatican News